jueves, 2 de diciembre de 2010

ESCUCHANDO LA RAZON


Los inviernos en los espigones siempre son mas marcados, la lluvia, la humedad del mar, la agitación de las aguas, el barro en el piso de los espigones, la brisa fría y humedad, la oscuridad de la noche, todo contribuye a presentar un ambiente diferente al día mismo, con claridad.

Para el caso fue una noche de amanecida en un horario de 1:00 am a 7:00 am, horario de amanecida, trabajaba para la Empresa Nacional de Puertos S.A. (ENAPU S.A.) por nombrada me correspondía trabajar en el Espigón Nº 3 para un buque que descargaba VANES o CONTENEDORES, llenos de mercancías, con pesos variados de 10, 20, 30, 40, 50, 60, toneladas y eran de 20 pies y 40 pies.

Los que conocemos o hemos visto una nave cargada de estos “contenedores”, habrán notado que vienen, tanto en las bodegas como sobre la cubierta en rumas de uno sobre otro, pueden ser 2, 3, 4, 5, 6, 7, lo que da una altura bastante impresionante, sobre todo si está anclado y se observa desde tierra.

Para el caso que relato, cumpliendo con la nombrada, tomé un “tractor” llámese así a un vehículo, de fuerte estructura, preparado para “jalar” “plataformas” igualmente estructuras de fierro con llantas pequeñas, de poca altura, especiales para soportar grandes pesos, estas van enganchadas al “tractor” y así se transportan sobre ellas las mercancías que se descargan en los buques, para el caso, se trata de descarga de “vanes” o contenedores.

Es el caso que ya eran las 6:00 am, faltaba una hora para retirarme, cumpliendo con el horario, ya había trasladado varios “vanes” a la zona donde correspondía dejarlos, cuando llegó al espigón con el tractor y la carreta vacía, había cierta algarabía y gritos de urgencia y algunas voces, muy aparte del portalonero dirigiéndose a mi, ordenaban que ingresa con el tractor por debajo del “van” de 40’ pies que pendía del “huinche” sostenido por 4 cables en cada extremo, para depositarlo en la “carreta” que venía jalando (todos agitados, apurados, pues ya terminaba la jornada y querían terminar con la descarga de vanes).


Es así como entré sorprendido, soñoliento, algo cansado por las horas transcurridas y el trabajo, continué detenido, muchos agitaban los brazos, gesticulaban (no es usual efectuar este tipo de maniobra, por precaución primero se cuadra la plataforma y luego se procede a sacar el van).

Como decía, la premura por el tiempo y la presión del mismo trabajo, me ubicó en esta situación bastante desagradable, finalmente bajé de la máquina, buscando que dialogar y explicar las normas de seguridad, la algarabía era tal que aferrándome a mi sentido de conservación, pensaba: y si se cae”, visto en el aire un contenedor de 40’ pies se ve inmenso y peligroso, así es que continué caminando y preguntando ¿a quién le hago caso? ¿quién es el encargado? ¿quién manda acá? La respuesta fue clamorosa en coro y altisonante. En ese instante se rompen dos cables de uno de los extremos y el “van” gira cual péndulo de un reloj, con un ruido estrepitoso, rozando el piso del espigón y el casco del buque, cual guadaña gigantesca, hasta finalmente quedar parado, recostado al buque, sostenido por los dos cables restantes, justo donde debía estar yo y la maquina que por cierto hubiera sido barrido el ir y venir del van o contenedor.

Observando el panorama, silencio sepulcral, di media vuelta y subí a mi máquina, (tractor) regresando a mi base, no sin antes agradecer encontrarme bien y salvado providencialmente, se que ningún trabajador pensó que pudiera suceder el hecho manifestado, pero sucedió y sucede cuando el fragor del trabajo nos hace olvidar las normas de seguridad, en muchos casos las consecuencias son fatales y nadie queda para constatarla.

El trabajo ennoblece al ser humano, pero también mata cuando no se toman precauciones con las normas.

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