miércoles, 29 de junio de 2011

UN VIAJE SIDERAL



Era una tarde calurosa, el sol mantenía iluminada la campiña, me encontraba en un bosque de huarangos (algarrobos), esperando que mi caballo se alimentara, a quinientos metros estaba el cementerio de la ciudad, con muchos años de antigüedad, habían sepulcros en pabellones y en tierra, en muchas oportunidades lo había visitado, solemne, frío y hasta bullicioso parecía, decían que era por los vientos, existía una mina abandonada, de oro, que había sido explotada hasta agotarse la veta.

Muchos moradores habían visto en noches de cielo claro, estrellas que raudas cruzaban a gran distancia el cielo, por lo que se comentaba que mar afuera, a gran profundidad existía una base de “platillos voladores” en alguna oportunidad hacía muchos años, gente de la campiña había desaparecido por meses, en algunos casos habían vuelto a aparecer sin poder explicar qué les había sucedido no recordaban donde habían estado durante el tiempo que no se les veía, un año y hasta dos años.

Siempre aparecían muy cambiados, vigorosos, con ciertas habilidades desconocidas en ellos y muchos habían comenzado a progresar tanto económicamente como socialmente y casi todos abandonaban la pequeña ciudad en que vivían para trasladarse a otras ciudades de mayor auge.

Es así como buscando un descanso placentero entre la vegetación y los árboles, traté de descansar echándome sobre el pasto, recostando mi cabeza entre mis manos entrelazadas, cerré los ojos, aletargado, sentí un silencio absoluto y el ambiente se tornó cálido, quise abrir mis ojos, moverme, pero mis brazos, mis piernas, mi cabeza no obedecían a mis deseos, supuse que estaba en medio de una pesadilla, de pronto todo era muy lejano, no sentía tener mi cuerpo, sentí como si estuviera constituido por pequeñísimas partículas, saltando, rozándose unas a otras, en intervalos precisos y ciertos, manteniéndose en un compás constante, fui perdiendo conciencia, a la vez sentía estar en un silencio absoluto.

No puedo mencionar el tiempo que duró las sensaciones mencionadas.




Cuando fui haciendo conciencia lentamente a la vez me sentía calmado y seguro, traté de moverme, abrir mis ojos, por más esfuerzos que hacía no podía, en estas condiciones pasé algún tiempo, cada vez me sentía más consciente pero no podía moverme.

La tranquilidad y seguridad iban en crecimiento positivo, sin percibir nada, conseguí mover mis brazos libremente y mis piernas, abrí mis ojos, me encontré con una oscuridad sepulcral, traté de levantarme.

Escuché una voz: que me decía: no te muevas (pronunció mis nombres completos), tú has nacido (dijo mi fecha de nacimiento), los nombres de mis padres, repitiéndome que no me mueva, que mantenga la calma.

La voz era femenina, melodiosa y zalamera.

Continuó: ten paciencia, todo está bien, hemos salvado tu vida, has tenido un infarto, estás en un centro especializado, fuera de tu mundo, has viajado millones de kilómetros por el espacio, ahora eres nuestro invitado, dentro de unos minutos podrás caminar, todo lo dicho por la voz sólo lo sentía directo a mi cerebro pero con claridad.

Abrí mis ojos, percibí una luz suave, blanca, sin intensidad, que me permitía ver con naturalidad, pude apreciar que me encontraba en el centro de una habitación amplia, circundada por paredes que parecían gelatina, con iluminaciones que corrían por dentro de las paredes, como si fueran pequeños relámpagos, de manera constante y permanente. La cama que yo suponía fuera como las que usamos se trataba de una de forma tubular casi hecha diría yo, a la medida de mi cuerpo.

Nada de lo vivido hasta el momento me produjo temor ni nerviosismo alguno, más bien sentía curiosidad, algo inusual en mí.

De pronto por una de las paredes ingresaron dos seres cubiertos sus cuerpos totalmente, con una escafandra para sus cabezas, sus vestimentas eran muy ceñidas, de color plomo, muy resplandecientes.

Se acercaron a la cama donde me encontraba, podía entender como si me hablaran.

Decían: somos amigos, te hemos salvado la vida, queremos ayudarte, fue necesario traerte desde la tierra a nuestro planeta.

Pregunté: ¿Dónde estoy?, me contestaron: no es necesario que hables, sólo piensa y nosotros te escucharemos, así como lo vienes haciendo tú. Y así lo hice, pensé: ¿Dónde estoy?, me respondieron: en un centro inter espacial en el planeta “Zorco” a millones de kilómetros de la tierra, en la galaxia “Ecro” del sistema “pletico” a uno de los extremos del universo. Ante tales respuestas traté de levantarme, acercándose los seres que tenía al frente, para ayudarme.
Sentí tener hambre y sed.

Me dijeron: no te preocupes, te vamos a llevar para que sacies tu hambre y sed.




Acto seguido me tomaron de los brazos suavemente, y me invitaron a caminar, llevándome directamente contra la pared, atravesándola, para mi sorpresa, como si fuera de aire, así caminamos por unos pasillos, llegando a un salón grande, donde habían distribuidas en perfecto orden no menos de 50 mesas con sus respectivas sillas.

Me indicaron que tomara asiento y ellos se sentaron también.

Vinieron seres vestidos igual que los dos amigos que me acompañaban con algo que mas bien flotaba, diría yo, pues el piso no lo tocaba, colocando en el lado de la mesa donde me encontraba, un plato con ensalada de verduras (suponía yo) y un vaso de leche (supuse por su aspecto) y los comí todos, descubriendo que ni eran legumbres, ni era leche, pero si todo era muy sabroso y agradable.

No me cabe duda que los alimentos que me dieron energía me reconfortaron, dándome vitalidad.

Luego me condujeron a una gran sala, me explicaron (siempre mentalmente):
Que me mostrarían en las pantallas, el fondo del mar, de la tierra, llamado Pacífico, donde tenían sus bases, desde hace siglos.

El Pacífico era el mar más profundo de mi mundo, tenía más de 10 kilómetros de profundidad y donde no podían llegar los terrícolas.

Pude ver en las pantallas, unas cúpulas gigantescas todas ellas transparentes, que cubrían verdaderas ciudades con edificios, avenidas y calles y un sinnúmero de personas en plena actividad, vestidos como los que me acompañaban, con máquinas de transporte (tubulares) y máquinas circulares, volando dentro de la ciudad.

¿Qué es esto? Pensé.

La respuesta siempre mental, no se hizo esperar.

Me dijeron: es el fondo del mar, al que ustedes llaman Pacífico, el más profundo de tu mundo; pues tiene más de 10,000 metros de profundad, tenemos muchos siglos que estamos ahí, a tu gente las hemos visto evolucionar, desde hace siglos, no queremos interferir en sus vidas, ni mezclarnos, somos incompatibles, pero los respetamos, pues tampoco podríamos vivir en la superficie terrestre.

Lo que necesitamos lo obtenemos del fondo del mar y lo trasladamos en nuestras naves, nuestros viajes duran aproximadamente 60 días terráqueos, atravesando el universo por las vías siderales, a velocidades que superan un millón de veces la velocidad de la luz.

Sólo transportamos lo necesario, no depredamos y si consideramos necesario escogemos entre ustedes a personas especiales, como ha sucedido en todos estos siglos, preparándolos, dándoles conocimientos y tecnología, lamentablemente en algunos casos, le dan mal uso a los conocimientos y vienen contaminando el mar que tanto nosotros como ustedes lo necesitamos para vivir.

Durante todos estos siglos que hemos habitado en el planeta tierra (como lo llaman ustedes) hemos procesado en nuestro planeta a reyes, gobernantes, científicos (ustedes los llaman sabios) para que ustedes desarrollen su tecnología y dejen de enfrentarse unos a otros, sobre todo no podemos permitir que finalmente hagan de la tierra un mundo inhabitable para ustedes y nosotros.

Tú estas aquí porque coincidió que estábamos observando el lugar en que te encontrabas y observamos que tu corazón se abría por uno de sus lados y era eminente que morirías, por lo que fue fácil detener el tiempo en tu entorno y traerte a nuestra base en el fondo del mar y de ahí enviarte a nuestra estación aquí, a nuestro planeta “Zorco” lo demás ya lo estás viviendo, ya estás sano y tendrás larga vida.

Me condujeron a otra pantalla donde podía ver una cúpula inmensa, que cubría no menos de 50 naves gigantescas, tanto circulares, cual platillos voladores, como otras en forma cilíndrica con unas torres circulares sobre ellas, escuché que me decían que unas eran para el transporte de seres y las cilíndricas eran para el transporte de productos extraídos del fondo marítimo, a donde no llegaban los terrícolas.

Me sentí temeroso por mi futuro, enseguida me explicaron que no sintiera temor alguno, pues donde me encontraba estaba más seguro que en la tierra y que me regresarían muy pronto, pues ellos no me harían daño alguno.

Siempre mentalmente, me invitaron a conocer su urbe, subimos a una especie de ascensor, llegando a un espacio abierto a gran altura, donde habían estacionados unos vehículos globales a los que ingresamos tomando asiento, en una especie de masa, que se ajustaba a nuestros cuerpos, elevándose estos, como si recibieran órdenes, efectuaban un recorrido continuo, suave y a cierta velocidad, iba escuchando mentalmente todo tipo de información, los edificios eran de un materia uniforme, como si fuera una sola masa, me decían que el material era una masa “inteligente” que estaba programada para construirse así misma (darse forma) y que su duración era eterna, que se regeneraban así mismas, que podían transformarse en puentes, vías y todo lo que se quisiera, sólo había que programar la masa para que ésta tomara la forma que se ordenaba.

Pensé todo me parecía una irrealidad, y así me respondieron: no te preocupes, somos una raza con muchos millones de siglos de existencia, nosotros también fuimos como ustedes, pero las condiciones de vida que tenemos nos ha permitido desarrollarnos, pues vivimos un promedio de dos mil años, la órbita de nuestro planeta es un millón de veces más grande que la de ustedes y nuestro planeta es cien veces más grande que la tierra, es por ello que acumulamos conocimientos sin límites y nuestra tecnología es la más avanzada del universo.

Tú has viajado por un pasaje sistólico que corre por un espacio que se extiende y se contrae, permitiendo que el viaje sea un millón de veces más rápido que la luz, pero para eso tu ser es convertido en partículas infinitamente pequeñas y aquí estás.

Te repetimos que hemos salvado tu vida, porque cuando te intervenimos estabas sufriendo un paro cardiaco, te devolveremos a la tierra, tendrás una vaga conciencia de todo esto, pero tu ser en general está totalmente fortalecido y regenerado, tu vida será larga y ya no tendrás enfermedades futuras, si deseas quedarte manifiéstate y te quedarás.

Les dije que les agradecía pero que mi familia la tenía en la tierra y no podía quedarme (me estaba agradando poderme comunicar sin hablar).

No te preocupes me dijeron, (siempre mentalmente) somos respetuosos de tus deseos, luego me transportaron hasta el mismo edificio de donde partimos, llevándome a la misma habitación donde desperté, en el centro estaba la cama tubular, me pidieron que me echara en la cama, luego una tapa fue cubriéndome hasta llegar a cubrirme totalmente y… aquí me tienen sano y salvo con estos recuerdos que cada cierto tiempo vienen a mi memoria, sin poder sentirme nunca seguro de si fue verdad o no.

Lo cierto es que he aprendido que a más conocimientos, menos egoísmos, odios, y ha no desconfiar de lo desconocido….

viernes, 17 de junio de 2011

UN VIAJE AL PASADO - EL CONDE DE CHOSICON




Según expresión de los entendidos, personas profesionales, especialistas en la anatomía humana y el funcionamiento de nuestros órganos, en especial el cerebro que no escatiman expresiones en el sentido que no usamos sino la cuarta parte de él, hasta hoy en día.

Muchos afirman que seríamos capaces de ver y viajar a cientos y miles de kilómetros, escuchar voces del pasado, viajar en el infinito, todo esto en pocos minutos.

Si tenemos en cuenta estas aseveraciones usted y solo usted podrá considerar esta posibilidad después de leer nuestra historia a narrar.

En un día cualquiera como era rutina, Francisco de Triana y Rivera, venía manejando su automóvil por la Av. Arequipa del centro de Lima con dirección a Miraflores (distrito de la Región Lima), cuando repentinamente lo impacta una ambulancia estrepitosamente, quedando el vehículo en que viajaba Francisco con las ruedas hacia arriba, gravemente herido, permaneciendo en el vehículo por mas de dos horas, la gente se arremolinaba alrededor del vehículo, nadie intervenía pues lo consideraban muerto, la parte de adelante junto con el motor estaban casi separadas del resto del vehículo, el parabrisas estaba hecho trizas, tirado en la pista. A Francisco se le veía inerte, sangrante y parecía no respirar, recién a las dos horas llegaron los bomberos y una ambulancia de una conocida clínica que estaba solo a cuadras del lugar del accidente, finalmente fue sacada del vehículo y llevado a la clínica en la ambulancia mencionada en un estado de inconsciencia total.

Despertó en la silla de un brioso caballo blanco, vestido con unas botas altas, viajando por un callejón bastante polvoriento, enrumbando hacia el oeste, sintiendo a los pocos minutos el ruido de las olas que se batían contra los farallones costeros como a doscientos metros, un frondoso árbol daba sombra y vio, unos troncos tirados en el suelo desde la montura de su cabalgadura.

Podía apreciarse una inmensa llanura verde con árboles frondosos entre plantas propias de la agricultura, viéndose parcelas debidamente delineadas, de pronto a la distancia distingue venir un corcel que se acercaba donde se encontraba Pablo San Román de Castilla, así se llamaba, se apeó del caballo siempre mirando el caballo que se acercaba, su jinete era una bella mujer de color cobrizo, joven y sonriente y al bajarse del caballo la tomó de la cintura para ayudarla, besándose apasionadamente por algunos minutos, ella le mencionó que su padre el cacique don José Sánchez de Marango estaba sospechando que algo raro le estaba pasando a ella, Dina, ya que siempre prefirió pasar las horas en los jardines de su casa que ocupaba un área de más de mil metros, rodeada de jardines y huertas de árboles frutales y hortalizas.

Francisco le dijo que no se preocupara, que ya había pedido a la Corona Española le remitieran sus títulos nobiliarios y le señala la ubicación de las tierras ofrecidas a su familia por los servicios prestados a la Corona.

Estuvieron prodigándose caricias por más de dos horas despidiéndose con un prolongado e intenso beso.

Francisco subió a su caballo dirigiéndose a los farallones donde se detuvo a escuchar las olas, que estruendosamente iban y venían, luego se dirigió cruzando la sabana, en medio de la vegetación con arboledas y pequeñas plantas, plantaciones de vid, hasta tomar el camino hacia Lima, centro donde su padre tenía un inmenso solar, con jardines, caballería incluida, pues era uno de los llamados “escribanos” nombrado por la Corona Española para esta parte de América.

Pablo hacía dos meses que había regresado después de terminar su carrera como doctor en leyes en España y Francia, pues se trataba de una familia con títulos nobiliarios y funciones al servicio de la Corona Española, los títulos personales de Pablo estaban por llegar vía marítima por lo que no podía aún hablar con el padre de Dina con quien sostenía una relación sentimental desde hacia algunos años en juventud, antes de viajar a España, retomada a su llegada, sabía que su padre tampoco estaría de acuerdo con su matrimonio con Dina, por ser hija del Sol, pero como él decía, era la mujer más bonita de todo el territorio de este llamado nuevo mundo.

Unos españoles afincados en la zona norte, habían invadido una parte de las tierras que le habían asignado a don José Sánchez de Marango por los que paga fuerte tributo y estaba obligado a obediencia absoluta con la Corona, pero como él pensaba, lo daba todo para darle a su gente una vida segura, un trato humano y buena alimentación, siempre prefería llevar una vida austera y en paz.

Es así como lejos de enfrentar a los invasores, acudió a denunciarlos ante la autoridad correspondiente para este caso, el Corregidor don Pablo San Román de Castilla.

Don Pablo San Román de Castilla invitó al poseedor de las tierras de Marango para que sustente su denuncia de acuerdo a las usanzas, al ingresar al despacho del señor Corregidor, se encontró con el hijo, don Pablo San Román, quien muy solícito lo saludó, acompañándolo hasta donde se encontraba su padre, retirándose muy solícito, deseándole un feliz día en nombre de la Santa Cruz.

Don José Sánchez de Rivera luego de ofrecer sus saludos al señor Corregidor, quienes se conocían desde hacía muchos años y siempre se trataron con mucha consideración y afecto, pues sabía que el señor Mendoza era una persona justa en todas sus acciones, al escucharlo lamentó que estuvieran en sus tierras españoles, sustrayendo productos que no les correspondía, ocupando tierras que pertenecían al Curaca José Sánchez de Marango, ofreciéndole ocuparse del caso, de inmediato llamó a su guardia para que fueran a inspeccionar y trajeran a su presencia quienes estuvieran cometiendo estos actos de abuso.

Don Pablo San Román de Castilla hacia su ingreso al despacho de su padre, al escuchar las disposiciones de su padre se ofreció a ir también agradeciendo el señor Sánchez su pronta voluntad.

Partiendo enseguida con dirección a la repartición de Marango la comitiva, yendo a la cabeza don Pablo San Román de Castilla.

Llegando al lugar indicado notificaron a los responsables quienes desde ya se declararon inocentes, pues decían estar solo de paso, recuperando energías y que justamente se marcharían al día siguiente.

Los comisionados regresaron de inmediato a Lima y don Pablo San Román de Castilla se dirigió a la casona del señor José Sánchez de Marango, Curaca de Marango, llegando al pórtico principal preguntó por don José Sánchez de Marango, le comunicaron que no había regresado de Lima, pero estaban seguros que no demoraría.

Preguntó si podría esperarlo pues se trataba de un caso urgente de parte de don Pablo San Román de Castilla y Sevilla, corregidor de la Corona Española en los territorios de indias.

Solicitó el encargado de la casa de don José Sánchez de Marango, cacique de Marango ingreso a la casa para informar a la señorita Dina hija de don José, quien al enterarse de la visita de tan importante representante salió personalmente a recibirlo, dándose con la sorpresa que se traba del hijo del señor Pablo San Román (hijo), sonriéndole graciosamente, mostrando su alegría, lo invitó a pasar a su casa, acto seguido Pablo (hijo) le refirió paso a paso los pormenores de su intervención y que dichos provocadores se habían comprometido a respetar los límites del territorio asignado por la Corona a su padre. Acto seguido le comunicó que sus títulos ya habían llegado, señalándole dominio sobre las tierras llamadas Chosicon, las que eran conocidas por su clima benigno y donde el sol no se ocultaba en todo el año, ricas por su producción y abundante vegetación, ofreciéndole que hablaría con su padre para pedir su mano oficialmente, ella muy alegre se acercó a él, abrazándolo y besándose apasionadamente, con mucho amor, apartándose de inmediato ya que su padre podía llegar en cualquier momento.

Así fue, en pocos minutos llegó el papá de Dina, retirándose de inmediato Dina, dejando a los dos solos, quienes conversaron por espacio de unos minutos, retirándose don Pablo (hijo) prometiendo que al día siguiente regresaría a constatar el retiro de los invasores de las tierras de don José Sánchez de Marango, curaca de Marango.

Al día siguiente don Pablo (hijo) habló con su padre sobre su relación sentimental con la hija de don José Sánchez de Marango, el padre, hombre recio y moderno, leído en toda la extensión de la palabra y ante ciertas dificultades que se venían presentando con los nativos, le pareció oportuno un matrimonio entre su hijo y la hija del Curaca de Marango, dejando de lado todo prejuicio, muy en boga por entonces y quizá hasta hoy en día, aprobó la relación de su hijo, comprometiéndose a hablar con el virrey de inmediato para luego hablar con el curaca de Marango. Pasaron algunos días y el corregidor don Pablo San Román notificó al curaca José Sánchez que lo visitaría para efectuar un recorrido por las tierras del norte de Marango dentro del tercer día.

El curaca aceptó tal visita y lo invitó a gozar de un almuerzo en su residencia, a él, a su hijo y su comitiva.

Dina Sánchez comunicó a su padre las intenciones de don Pablo San Román y Castilla, padre de Pablo, con relación a su noviazgo y próximo matrimonio, poniendo cierta resistencia, ya que no conocía que su relación tenía muchos años y que realmente existía un amor cierto.

Finalmente aceptó, siempre y cuando el compromiso se efectuara en Marango, por ser la casa de la novia y que vivieran en las tierras de Marango, su hija le informó que a su novio le había otorgado la Corona de España las tierras de Chosicón que eran inmensas y productivas y que le habían otorgado los títulos de Conde de Chosicón.

Finalmente el padre acudió pensando siempre en el futuro de su hija, pues sabía de los constantes riesgos en que vivía su raza antes los invasores dominantes españoles.
Es así como los padres de Dina y los padres de don Pablo San Román de Castilla, conde de Chosicón se pusieron de acuerdo y celebraron una de las bodas más sonadas de la época, a la que acudieron tanto hijos de la Corona Española como nativos de las tierras indias.

Partiendo los novios con rumbo a la casona del territorio de Chosicón, acompañados por una numerosa comitiva, felices los novios, ya que se acercaba su primera noche de luna de miel.

El corcel en que viajaban el Conde de Chosicón Don Pablo de San Román tropezó lanzándolo de la silla, rodando por un barranco profundo.

Don Francisco de Triana y Rivera despertó repentinamente, regresando a la vida, con una ansiedad y tristeza que no comprendía qué le había sucedido en esos treinta días de inconsciencia, pero que sentía como que no quería estar donde estaba y sentía ansiedad por algo que no alcanzaba a disfrazar, los médicos le dijeron que era efecto de las medicinas y que no se preocupara que pronto le darían de alta para que continúe su vida cotidiana…

SOL DE ORO







En un valle de abundante vegetación existía un rancho de una familia afincada en el, desde hacia varias generaciones, se dedicaban a la cría de vacunos y equinos, los pastos abundantes permitían la crianza en alta escala, las lluvias eran frecuentes en verano, los rayos, relámpagos y truenos muy frecuentes, el valle estaba rodeado de altas montañas, llenas de vegetación, el personal que atendía la crianza en el rancho era experimentado; entre ellos habían tres amansadores (especialista en domar equinos).

Entre todos los caballos (potros) existía uno que se distinguía por su alzada, imponente figura y por su indomable resistencia a ser montado, era un garañón majestuoso, querido por todos, por su acercamiento y agilidad para mostrarse, mientras no intentaran montarlo, muchos amansadores habían apostado a dominarlo, más no duraban muchos segundos en sus lomos, tenía una habilidad muy singular para deshacerse de los aparejos y monturas que lograban ponerle, no sin antes pasar por una serie de dificultades, provocadas por el cerril potro.

Los dueños lo veían como una animal especial para procrear, dado su porte, figura y fuerza, realmente era un semental de características especiales en su género.

Es así como ya habían pasado cinco años y “Sol de Oro”, así lo llamaban, había procreado en diferentes yeguas magníficas crías.






Su color era de un intenso rojizo claro brillante, su pelaje fue una de las razones por la que lo bautizaron como Sol de Oro, todos notaban su permanente acercamiento a los potrillos de los cuales era padre, como si tratara de educarlos y protegerlos, interviniendo cuando surgía alguna riña, era motivo de comentarios constantes entre los moradores y trabajadores del rancho Victoria donde se producía grandes cantidades de leche y los derivados de ella; se producía quesos, mantequilla, yogurt, etc.






En esos días el señor Amadeo Gregori, propietario del rancho, visitó otros ranchos buscando una yegua “de primera” como decía, para cruzarla con “Sol de Oro”, estaba seguro que procrearía unas crías excepcionales que le darían prestigio a su rancho.

Así, en uno de esos días lluviosos llegaron al rancho don Amadeo Gregori y sus trabajadores, arreando ganado y traían una potranca de tres años, según decían la madre era una yegua especial, de gran brío, bajo la lluvia, todos agotados, llamaban al personal para que los ayuden a arrear el ganado a uno de los corrales, que se encontraba vacío, pues no querían mezclar el ganado recién llegado con el del rancho, pues casi siempre se enfrentaban y podían hacerse algún daño.

La potranca recién llegada la habían traído enlazada, encargando especialmente a uno de los trabajadores para que fuera el responsable durante el viaje de traerla sana y salva, la potranca “Estrella”, así se llamaba, la hicieron entrar a uno de los corrales vacíos, colindantes con el que se encontraba “Sol de Oro”, la potranca al verse libre del bozal con que había estado durante todo el viaje, comenzó a correr al entorno interno del corral y a dar brincos de satisfacción, así lo consideraban los que la observaban bajo la lluvia torrencial, que no amainaba desde hacia algunas horas.

“Sol de Oro” al verla corrió hacia las barandas que limitaban el corral, erguido, relinchando, mirando a “Estrella” parecía llamarla para saludarla, algo así sucedido, pues “Estrella” se fue acercando, siempre desconfiada y nerviosa, para finalmente toparse hocico con hocico “Estrella” y “Sol de Oro”, bajo una lluvia intensa, el cielo se iluminaba por los rayos y relámpagos, los truenos eran ensordecedores, por lo que bufaban los vacunos, relinchaban los equinos, lo que no era impedimento para que “Estrella” y “Sol de Oro” se dieran leves mordiscos y pasaran sus lenguas uno sobre el hocico del otro, quizás haciéndose promesas que nosotros los humanos no entenderíamos, fueron transcurriendo las horas hasta que amaneció un nuevo día con un sol radiante.

Los mantuvieron así por espacio de tres días, solamente “Sol de Oro” era llevado a los pastos junto con la manada, pero siempre pernoctaba al lado de “Estrella” pegado a las gruesas barandas que los separaban, sin dejar de brindarse caricias mil.

Al tercer día de la llegada de “Estrella” al rancho, dejaron a “Sol de Oro” en el corral donde tenían a “Estrella”, al encontrarse juntos se prodigaron una serie de mordiscos y caricias, recorriendo sus cuerpos a mordiscos suaves y pasándose la lengua por sus cuerpos hasta llegar al clímax (como diríamos los humanos).






A los meses vino a este mundo un potranquito, fruto del apareamiento de “Sol de Oro” y “Estrella” superando toda expectativa, no separándose “Sol de Oro” de “Estrella” y su hijo bautizado como “Bronco” por su gallardo parar y su constante nerviosismo frente a cualquier situación de acercamiento a otros animales.






Todos comentaban la belleza y fortaleza de los tres equinos, cada uno decían de acuerdo a su edad y sexo.

Todo era felicidad para el trío, pero como dice la canción H.L. “nada dura para siempre” uno de los hermanos de don Amadeo Gregori, conocedor de la existencia de “Estrella” y “Bronco” como de “Sol de Oro” vino de visita al rancho de su hermano donde habían crecido los once hermanos, familia numerosa, todos ellos criadores de equinos y vacunos, comerciantes de ganado al fin y al cabo.

Después de una estancia de dos días, don César Gregori propuso a su hermano Amadeo la compra de algunas reses y equinos poniéndose de acuerdo en las condiciones y precios.

Como era costumbre entre la familia despedirse, con un almuerzo con la participación de la familia y los trabajadores, escuchando canciones propias del lugar, en una victrola a cuerda, de la época, con la participación de los instrumentos como la guitarra, el arpa y el violín, y algunos cantantes espontáneos estando en pleno desarrollo el almuerzo, don César Gregori le propone a su hermano Amadeo la compra de “Sol de Oro”, don Amadeo lo piensa y entre bromas y comentarios familiares le dice que era muy peligroso trasladar a “Sol de Oro” desde su rancho hasta el rancho de don César, siempre recordando la familiaridad, le propone que lleve a “Estrella” y “Bronco” su hijo y cuando este “Bronco” se destete, le devuelva a “Estrella” y así podría mejorar su línea de crianza.

Viendo César que iba a ser imposible convencer a su hermano Amadeo, aceptó la propuesta, quedando de partir con su gente al día siguiente muy temprano a las cinco de la mañana, sintió un movimiento intenso en el patio y los corrales del rancho preparando la partida de la gente de don César y el ganado que trasladarían al rancho de don César que se ubicaba a 300 km al norte, tenían que pasar por valles, quebradas y remontar cerros y laderas por lo que tenían que viajar armados y bien pertrechados de alimentos, pues la soledad entre esos parajes era total.

Partieron llevándose a “Estrella” y “Bronco”, “Sol de Oro” se quedó triste y por dos días no comió y solo parecía dormir tirado de bruces en el suelo, al tercer día pareció recuperarse y muy temprano como era costumbre junto con el resto de la manada lo conducían a los cercos, para que se alimentara como siempre, eran pocas las personas que arriaban el ganado y los equinos, ya que nunca había pasado nada fuera de lo común, pues eran bestias mansas que solo buscaban alimentarse, pero en este caso “Sol de Oro” en un recodo del camino comenzó velozmente a trepar el cerro lleno de vegetación, al principio los arrieros pensaron que algo lo había espantado (asustado) y que regresaría, no fue así, lo vieron casi coronando el cerro, tuvieron que continuar arriando los animales, tratando de calmarlos pues se notaba cierto nerviosismo, inusual por cierto.

Después de unos días de búsqueda todos hacía presumir que había huido a los pastizales de altura, donde los animales se alimentaban y vivían libremente, se comentaba que habían manadas de equinos y vacunos medios “locos”, decían, y solo podían cazarlos con disparos de carabina en el caso de los vacunos y los equinos era muy difícil cercarlos y amansarlos, por lo que nadie se animaba a realizar semejante faena.

Don Amadeo dispuso se esperara el próximo rodeo que se realizaba una vez al año, podría ser que “enmadrinado” (significa esto que siguiendo a alguna yegua podrían atraparlo).

Desde ya dispuso una buena suma de dinero de premio para el que lo atrape. “Sol de Oro” caballo inteligente, recorrió una gran distancia por esas inmensas llanuras, llenas de vegetación (pastos naturales) para luego dirigirse hacia el norte justamente donde quedaba el rancho de don César Gregori.

“Sol de Oro” caminó como si supiera donde encontraría a “Estrella” y “Bronco”, su hijo, durmiendo de día, oculto entre los arbustos para salir a los caminos y andar solamente de noche, hasta que llegaba un nuevo día. Demostrando una habilidad quizá increíble para los humanos, parecía que sus sentimientos hubieran despertado en él habilidades negadas para los equinos, según los humanos.

Es así como durante 4 noches caminó aún con riesgo de su propia vida, cruzando ríos y cañadas, subiendo y bajando altos cerros, escarpados algunos y otros llenos de vegetación, siempre evitando a caminantes o seres humanos fuera de día o de noche.

Al quinto día, bastante agotado llegó al rancho de don César Gregori, divisándolo desde las alturas, ocultándose para no ser visto pudo ver a “Estrella” y “Bronco” su hijo, quienes parecían presentir su presencia, pues en intervalos miraban a las alturas y nerviosamente se encabritaban sobándose sus cuerpos unos a otros.






Esa noche llegó “Sol de Oro” hasta los corrales donde estaban los equinos de la hacienda, unos 150 entre caballos, yeguas y potrancos, silenciosamente “Estrella” y “Bronco” se acercaron a las rejas de madera, pudiendo mordisquearse suavemente unos a otros, a modo de saludo.

Al día siguiente como era costumbre los arrieros llevaron a los equinos a un determinado cerco, para que se alimentaran, a eso de las cinco de la tarde arrearon a todos hasta el río para que bebieran agua como era costumbre, para ello debían salir del cerco y tomar un camino que bordeaba las bases de inmensos cerros llenos de árboles y vegetación, tanto “Estrella” como “Bronco” al llegar a una hondonada por donde corría el agua de lluvia bastante profunda, no siendo vistos por los arrieros, subieron por ella hasta encontrarse con “Sol de Oro” que estaba oculto, al verlo se acercaron a él lentamente como si no quisieran ser vistos, echándose enseguida, saludándose, esperaron que anocheciera, comenzaron a caminar hasta llegar a la cúspide y por ella siguieron hacia el sur, noche tras noche durante seis noches, llegando a los grandes pastizales a donde no llegaban los humanos,

Año tras año se hablaba en los rodeos, que existía una gran manada de hermosos caballos y yeguas todos los que a la distancia los habían visto aseguraban que quien los conducía era “Sol de Oro” que fiero se mostraba, parándose en dos patas cuando presentía que alguien los observaba a la distancia.

Y así han pasado los tiempos, logrando “Sol de Oro” constituir una numerosa familia (manada), lejos de los humanos, en los grandes llanos de nuestra cordillera, sin ser capturados nunca jamás, y así vivieron felices Sol de Oro, Estrella y Bronco…