PRESENTACIÓN
Los países de América del Sur son por excelencia exóticos y misteriosos, podríamos decir que en cada recodo de los caminos hay una historia por rescatar, un cuento por contar, misterios sin describir, sucesos inéditos, que hasta las grandes piedras en las alturas nos relatan algún suceso misterioso acontecido hace ya algunos millones de años.
En esta oportunidad daremos a conocer la vida, hasta cierto punto misteriosa de nuestro amigo Fabián; así se llamaba y así lo llamaban.
Han pasado más de cincuenta años que de un pueblo de la costa al sur de Lima a 400 km llamado Palpa, año a año en los meses de Diciembre a Marzo, meses de vacaciones, al producirse las lluvias en las partes altas de las cordilleras, los ríos “crecen” su caudal aumenta, por lo que se producen desbordes, causando grandes perjuicios a la agricultura y en algunos casos a las ciudades por donde va su curso, por lo que no es raro enterarnos por los medios de comunicación de desastres, año a año esto es como la gripe en invierno, dirían nuestros abuelos.
LA CASA HACIENDA
El caso es que de verano en verano viajaba al interior cuesta arriba, llegando a un pueblo de Ayacucho, llamado Ailapampa, a unos 2000 metros de altura, cuyas casas se alineaban en unos 800 metros a un solo lado, pues al frente se encontraban las “tapias” paredes altas de adobones, de 2mts de alto por 3 de largo, surcando huertas de propiedad de alguno de los residentes del lugar.
Existía una construcción de una casa hacienda de dos plantas, de propiedad de Don Francisco Degregori Chiessa, emigrante italiano, de los años 1800, construcción de paredes altas de adobones, según comentaban los lugareños, la que en su parte alta (segundo piso) tenía 8 cuartos (dormitorios) de 5mts de fondo por 4mts de ancho, teniendo un corredor cuyo piso era de madera, 2.50 mts de ancho, circundando por una baranda tallada de 1.30 mts de alto, dando seguridad en la planta baja (primer piso) un corredor amplio con pisos de madera, una baranda circundaba el corredor, una escalera de peldaños anchos y amplia daba al segundo piso, pegada a la pared que limitaba la casa, al otro extremo, una cocina amplia, con fogones a carbón y otro a leña, al extremo construcciones con cuartos amplios donde se guardaban los aparejos y monturas, riendas y otros implementos para los animales de carga y los caballos, a un extremo la puerta de ingreso, bastante amplia, que nos llevaba a un corral de más o menos unos 3000 mts2, donde pernoctaban las reses, equinos y vacas lecheras.
A todo lo largo, al frente de la casa principal, cruzando, un patio totalmente empedrado de unos 50 mts de ancho por 100 mts de largo, circundando toda la construcción mencionada 5 cuartos de un solo piso cuyas paredes no tenían menos de 5 mts de alto, que terminaban colindando en un portón que era por donde se podía ingresar a la gran casa, era un arco a 4mts de altura por 3 mts de ancho, toda esta arquitectura estaba techada de calamina, por lo que destacaba sobre todas las demás, al costado de la casona existía un amplio terreno, aplanado, de unos 3000 mts2, que servía para reuniones de diferente índole, festejos, misas, carreras, deportes propios del lugar y existía una escuelita para los niños del lugar. Todo el paisaje estaba rodeado por una cadena de cerros (brazo de la cordillera) llenos de vegetación, plantas de regular tamaño, propias del lugar, los cerros eran boscosos y de tupida vegetación con una altura de más de 1000 mts.
Las noches como en todo lugar donde no hay luz artificial, eran bastante oscuras, sólo cuando se intensificaban las lluvias los truenos y relámpagos ensordecían a los lugareños y se iluminaba el cielo, con la luz de los rayos y relámpagos, al costado de las casas existía una “Cangana” de lecho profundo por donde bajaban las aguas desde las alturas cuando arreciaban las lluvias, no era sino un río, cuyo cauce está marcado con profundidad en el cerro por donde bajan las aguas en caída libre de por lo menos 800mts de altura, hasta llegar al cauce del río que en muchos casos va tomando el nombre de su origen (Llauta) y luego el de la provincia por donde pasa, hasta llegar al mar para este caso se le denomina el río Palpa.
EL VIAJE Y AILAPAMPA
Es así como luego de cabalgar desde la ciudad de Palpa el primer día sólo se llegaba hasta un lugar llamado Tambo, donde las bestias descansaban y los viajeros también, que luego de haber cabalgado por esos caminos sólo para cabalgaduras llamados caminos (de herradura) muy accidentados por cierto, cruzando (vadeando) las aguas del río en dos oportunidades hasta llegar al lugar llamado Tambo, en muchos casos con mucho riesgo, cuando el cauce estaba cargado de agua o las lluvias habían arreciado en la sierra, aumentando el caudal del río, habían trabajadores del lugar que según decían eran conocidos por cruzar las corrientes de los ríos, llevando de la rienda a las acémilas dando mayor seguridad en el cruce, generalmente eran contratados cuando se trataba de damas o ancianos. Como decían, eran capaces de cruzar fuertes corrientes, con el agua al pecho, sin caerse, ni ser arrastrados por las aguas (se debe considerar que el fondo era pedregoso y accidentado).
Debo agregar que en una de estas oportunidades que teníamos que cruzar (vadear) el río, el volumen de agua era mínimo, pues las lluvias no habían comenzado aún, tendría 8 años y como es natural por ser resbaladizo el piso (las piedras) se prefirió apearse y dejar que las acémilas lo cruzaran sin peso y nosotros a pie, había que cruzar una pequeña corriente de agua, dando un salto de una piedra a otra, bastante voluminosas ellas y planas, lo que daba seguridad de poderlo hacer, supongo que por mi corta edad titubeé un poco y mi tío, Amadeo Degregori se llamaba, me tomó de los pies y de la ropa por la espalda y con voz sonora me dijo: agárrate; y meciéndome me lanzó, cayendo al otro lado, parado y seguro, ante los gritos de desaprobación de mi tía y primas, dijo: los muchachos son como el gato, siempre caen parados; y seguimos en nuestro curso y así eran más o menos 14 horas de viaje a caballo que se hacían en dos jornadas, pues se consideraba a las niñas y a mi tía, la esposa de mi tío que por cierto sentían el viaje mas que los varones y de noche era demasiado riesgoso continuar por lo accidentado del camino.
FABIÁN
Es así como se llegaba a la localidad de Ailapampa donde Fabián era un personaje singular, pues su caminar era lento, siempre acompañado de un palo (báculo), más alto que él, bien le servía como bastón, como para espantar algún animal que se le cruzara en el camino. Tenía una talla impresionante: 1.90 mts, pues siempre vestía un abrigo oscuro que lo hacía ver más alto y algo misterioso, vivía en una choza solitaria a unos 200mts en la falda de uno de los cerros de donde bajaba muy temprano en busca de alimentos, leche, queso, papa y cuanto las personas de buena voluntad pudieran brindarle, pues sostenía que él era el guardián de la zona y estaba para cualquier servicio de urgencia.
En muchos casos era un agorero en anuncios de acontecimientos, de enfermedades y hasta de muertes próximas de seres humanos o animales, decían que era bastante acertado.
Contaban que en una noche oscura, bajo de las alturas un puma hambriento que él logró reconocer y ante los ladridos de su perro Filpo, pudo verlo, siguiéndolo en su bajada hacia las casa y éste ingresó a una de ellas, ante el balido de una oveja pequeña que había perdido a su madre y la estaban amamantando, dentro de la casa, de inmediato sintió gritos, soltó a su perro que lo llevaba agarrado del collar, ingresando al recinto encontrando a la fiera presta a atacar a dos señoras que cubrían a la ovejita y el perro Filpo que ladrando hacía que el puma no embistiera, Fabián poniéndose entre las mujeres y la fiera con su perro Filpo al costado, Fabián enfrentó al puma, tomando la linterna con la que se alumbraban en la casa, la movía de un lado a otro, estirando el brazo de tiempo en tiempo para acercarla a los ojos de la bestia, ésta lanzó un terrible maullido, dio media vuelta y se fue hacia las alturas (es de suponer que la fiera entendió que la linterna era fuego, que podía quemarla) y así el prestigio de Fabián fue creciendo.
EL FANTASMA
Pues dicen que en una de esas noches lúgubres en que venía a hacer sus rondas nocturnas vio un bulto que parecía de un hombre sentado sobre una piedra, lucía vestimenta de militar, con una capa corta y que él se acercó, tratando de identificarlo lo tocó con su bastón, sintiendo que el bastón no encontraba resistencia corporal, volteando le preguntó con voz misteriosa: ¿Dónde está el general San Martín?; desapareciendo, mezclándose con la oscura noche, sintiendo Fabián un frio penetrante.
Contando esto a los lugareños comentaban que ya a otros se le había aparecido el mismo militar preguntando siempre por el General San Martín y como es natural se daban una serie de interpretaciones como que era un militar de grado que había muerto en soledad.
SALVANDO VIDAS
En una oportunidad, Fabián había tenido una intervención fortuita y hasta heroica decían los pueblerinos, pues como era costumbre las señoras del pueblito bajaban hasta el río a lavar sus ropas y así fue como una de las hijas que ayudaba a su mamá a lavar ropa, una chica de unos 14 años, cayó a la corriente y fue arrastrada, logrando ella llegar a un islote, que se encontraba casi al centro del río, desde donde desesperada pedía, llorando que la ayudaran, las señoras que presenciaron este hecho, gritaban pidiendo ayuda, siendo escuchadas por algunos lugareños que pasando la voz en el pueblo, llamaban a Juan a Pedro, Eustaquio, Ruperto, jóvenes que podían ayudar pues el brazo de agua que había que cruzar tenía mucha fuerza y el caudal por el otro lado era mucho más fuerte, todos se acercaban y temían entrar al agua, otros amarrados por la cintura lo intentaban y fueron arrastrados por la fuerza del agua.
Fabián y su perro Filpo se acercan al lugar del accidente y decide ingresar al agua con su bastón, tentaba el fondo e iba avanzando contra corriente, de costado, muchos lo miraron con incredulidad y hasta con sorna, les fue cambiando el semblante al ver que firme y sereno seguía avanzando, y su perro Filpo no dejaba de correr y ladrar yendo de un lugar a otro, hasta que Fabián llegó hasta donde estaba la chica, quien no cesaba de llorar, Fabián la consuela, pues ya estaba perdiendo la razón.
Fabián desde el islote pide que lleven a su perro hasta la parte mas alta y lo lanzaran al río, amarrándole una cuerda al cuello, delgada nomas, decía a gritos, que él la traerá a mí, y amarren otra más gruesa al extremo de la delgada para cruzar el río con la niña, gritaba Fabián, todos atentos pusieron la cuerda delgada a Filpo y trataban de hacer que camine hacia la parte alta, Filpo les mostraba su desagrado, mostrando sus filosos dientes, negándose a hacerles caso.
Fabián desde su posición estirando el brazo ordenaba a Filpo ir a lo alto y tirarse al río, el perro pareció entender y comenzó a caminar con la cuerda atada al cuello hacia lo alto, unos 200 metros más allá del islote, luego mirando el caudal del río hizo dos intentos, lanzándose al caudal perdiéndose de vista, tapado por el agua, apareciendo, mientras Fabián le gritaba, llamándolo por su nombre, Filpo comenzó a luchar contra corriente, nadando, mientras la corriente lo arrastraba, finalmente llegó al islote alborozado, se acercó a su amo, Fabián; parándose en dos patas, Filpo lamía el rostro de Fabián, este lo abrazó y acarició, luego comenzó a jalar la cuerda hasta tener la gruesa, la que siguió jalando hasta que calculó que era suficiente para la maniobra que había pensado ejecutar. A Filpo le armó un aparejo al entorno de su cuerpo, la que amarró a la cuerda gruesa y le ordenó que se arrojara al agua, a los de la otra orilla les gritaba que jalaran para ayudar a Filpo a cruzar.
Mientras, Fabián templaba el otro extremo de la cuerda, la que iba soltando mientras los de la otra orilla iban (cobrando) jalando la cuerda para si, evitando que la fuerte corriente arrastrara a Filpo hasta que Filpo que hacía lo suyo nadando contra corriente con la cabeza en alto, llegó a la orilla, siendo ovacionado por todos.
Todos alentaban a Fabián pues había comenzado a llover y podía aumentar el caudal de las aguas, ya Fabián había atado a la niña por la cintura y él también se había atado por la cintura haciendo que la niña se prendiera de su espalda y cruzara sus brazos por su cuello, firme y sereno comenzó a ingresar al agua, siempre con su bastón, iba tocando fondo lentamente fue cruzando contra corriente los de la orilla iban templando la cuerda (cobrando) por si Fabián resbalaba y así continuó hasta legar a la orilla, la madre que lloraba a gritos y todos los presentes saludaban y felicitaban a Fabián, agradeciendo su arrojo y valor, de pronto las aguas del río fueron aumentando y todos tuvieron presurosos que correr a ganar altura ante la crecida del caudal, cuando mojaron el islote este ya había desaparecido bajo las aguas del caudaloso río.
FABIÁN REALIZA UN VIAJE MISTERIOSO
Y así don Fabián, un personaje enigmático, solitario, no dejaba de sorprender a los moradores, pues en una oportunidad desapareció con su perro Filpo del lugar por casi un mes, los lugareños al no verlo lo fueron a buscar a su choza, pues pensaban que le podía haber pasado lo peor, y así fueron pasando los días hasta que lo vieron venir un día determinado, sucio, agotado, dijo venir de las alturas y que había caminado sólo muchos días, comiendo frutos de las alturas y hasta vegetales naturales, había tomado agua en las cochas formadas por las lluvias donde los animales salvajes beben y así en todo momento sintió que a su lado habían muchos más pues parecía que todos esperaban que él caminara para seguirlo, dijo.
Según él todo comenzó cuando por buscar leña (palos de plantas silvestres) que le sirvieran para hacer fuego y cocinar, luego de subir por más de dos horas cuesta arriba, resbaló y cayó rodando hacia una hondonada, de pronto le pareció que flotaba avanzando por un túnel oscuro, sin poder detenerse, pues todo estaba tan oscuro, silencioso y frío que se aferraba a su bastón y a Filpo para protegerlos, olvidando su rara posesión, escuchaba ruidos ininteligibles, sin poderlos identificar y Filpo no dejaba de soltar un aullido débil, prolongado y lastimero; de repente sintió caer y rodar por una pendiente, terminando tendido de espaldas mirando el firmamento lleno de estrellas y una luna llena que le permitía cierta visión, brindándole confianza, aunque no sabía en el lugar en que se encontraba pudo apreciar a algunos animales pastando (reses) pues el pasto era bastante alto y abundante, luego de unos minutos tomó la decisión de dormir en el mismo lugar, hasta que amaneciera, para poderse orientar.
Lo despertó un fuerte sol, tomó su vara y comenzó a caminar tratando de bajar a lugar más plano, Filpo ladraba y se encaminaba cuesta arriba, él lo llamaba pero Filpo insistía en ir adelante.
Se puso a meditar y sintió a su entorno cierto alboroto casi imperceptible y así se acercó a Filpo para tratar de convencerlo que lo siguiera, logró calmarlo pero Filpo siempre caminaba delante de Fabián, pues parecía temer algo, que los seguía.
Insistió en traerlo a Filpo, pero no cedió en su empeño de ir cuesta arriba, avanzando corto trecho, se paraba, ladraba y seguía, lento, siempre mirando a Fabián, y así caminaron todo el día hasta que llegó la noche, hambrientos y sedientos buscaron donde pasar la noche, en la falda del cerro; incrustada en el cerro vio una enorme piedra sólida y fuerte, cuya cresta proporcionaba una cavidad donde podían cobijarse él y Filpo, y así lo decidió Fabián, sintiendo a su entorno un ambiente calmo y algo misterioso.
Así pasó la noche, al día siguiente siguieron caminando y llegando a un camino que se veía usado con continuidad y decidió pasar la noche en el, como era bastante escampado y la tierra era arcillosa y suave, escarbó un hoyo no muy profundo y al borde lo rodeó de piedras y hierbas para cubrirse del aire y el frió, así pasaron la noche, al aclarar el día vieron a un viajero que venía a caballo, con dos acémilas con carga, Fabián le preguntó a dónde se dirigía; le contestó a Ocaña, un pueblo que Fabián sabía era distante.
Fabián le dijo que estaba desorientado, sin mencionar nada de lo que le había sucedido por suerte el viajero conocía muy bien todo el territorio, orientándolo para que continuara su camino.
Viéndolo sin alimento ni agua le regaló un molde de queso, cancha y agua en un odre pequeño (depósito de cuero) y así se despidieron deseándose suerte.
Así pasaron muchos días y noches, siempre acompañados de un tropel abstracto, Fabián sentía su presencia, más no los veía y Filpo su fiel perro, prefería ir delante de él, cabeza gacha y cuando miraba hacia Fabián (atrás) soltaba aullidos lastimeros.
Fabián comenzó a sospechar que fuera lo que fuera había caído con él y querían regresar tanto como él, al lugar de origen acostumbrado ya, lo tomó con calma, seguro que llegaría en pocos días más, pues en el camino se encontró con unos arrieros que le confirmaron que iba en la dirección correcta y le proporcionaron alimentos y así después de 30 días de caminar durmiendo en las noches, llegó finalmente al pueblo de Ailapampa, sin poderse explicar que pasó, y cada vez que les refería esto a los lugareños, por las miradas de sorna y las burlas que le hacían, se prometía a sí mismo no volverlo a contar.
DESAPARICIÓN DE FABIÁN
Es así como a mi corta edad conocí a este enigmático personaje, más nunca se supo de él, pues nadie lo vio morir y menos participaron de su velorio.
Sólo quedan algunos vestigios de su vivienda bastante deteriorada por el tiempo, las lluvias y los vientos.