No se sabe por qué en el sino de la vida, una Colonia de Castores llegaron a establecerse en las Riveras de un Gran Río y lo llamaron Gran Zenón, con aguas y corrientes fuertes pero premiado con abundantes pececillos.
Con visión erudita, las cabezas, gobernantes convocaron mediante comunicación imperceptible para los humanos pero con ruidosos gritos para los finos oídos de los castores, a una reunión de planificación.
Los experimentados dirigentes al centro rodeados por cientos de su especie, iniciaron la reunión felicitando la numerosa presencia pero, habían entre ellos, quienes a disgusto veían esta aglomeración, “decían para sus adentros” en pensamientos sin fe ni esperanzas sanas “estamos mal”.
Es así como llegan al punto de supervivencia, construcción de diques o abandono de lugar y ponerse en marcha para ubicar otras playas.
Finalmente, después de largas deliberaciones, acordaron firmemente quedarse y luchar y vieron las propuestas para una debida distribución de acciones en pro de la construcción de diques, espigones y defensas ribereñas que permitieran amainar la velocidad de las aguas, la formación de cochas, donde reposarán los peces que asegurarán su alimento cotidiano.
Decidieron que unos trabajarían en la Represa y otros proveería de alimentos. A los que entregaran sus esfuerzos en pro de asegurar el alimento para el futuro y otros, los mandantes serían supervisores, distribuidores, planificadores, juristas, disciplinarios, etc.
Y así iban medianamente bien las cosas, hasta que vinieron sucesos desagradables, las provisiones no llegaban a los esforzados constructores ni se cumplía con las familias de ellos, obras casi terminadas perecían por errores técnicos en los planos y planes, los proveedores de materiales los perdían por dadivas o distracciones, dice unos, “engordaban por tragones otros enflaquecía por vicios mil”, pero los sudorosos constructores percibían que así no podrían terminar con su obra.
Un cierto día, luego de murmurar sus quejas tiempo largo, decidieron dejar de construir y pararon responsables de sus obligaciones y cual tercos y laborioso se reunieron, llamando a todos los miembros de la Colonia, buscando reordenamiento, ordenamiento o redistribución aprobando perdones de antemano por fe en su trabajo y amor a su familiar. Así pues, se reunieron y como antes dijimos, las cabezas gobernantes al centro rodeados de una gran multitud.
Hubieron enumeraciones mil, denuncias a diestra y siniestra; finalmente, ante tales argumentaciones, se nombró representantes de los grupos de trabajo para redefinir las funciones y el relanzamiento de las obras.
Alguien propuso como medida previa un análisis exhaustivo de las razones y el por que se venía fracasado.
Se explicó que la fuerza coordinadora había decrecido totalmente, motivo fundamental del relajamiento en el cumplimiento de las funciones; otros mencionaron la existencia de propuestas interesadas de otras colonias que ambicionaba el lugar para si logrando penetrar voluntades, empleado artimañas y propuestas poco honestas debilitando sentimientos de consecuencia y fidelidad a los intereses de grupo sin pensar siquiera que esto significaría miseria, pobreza, hambre y finalmente la desaparición de la Colonia como tal.
Ante tanta presión quienes sostenía inocencia, ofrecieron una y mil propuestas, todas, todas favorables a las grandes mayorías y a favor de la continuidad de la obra comprometiéndose a exhibir planes y programas factibles, austeridad sobre todas las cosas, más aprobado por todos, se iniciaron los cumplimientos de todas y de cada una de las funciones encomendadas. Pasado el tiempo, los representantes de los grupos de trabajo, exigieron una reunión para tomar conocimiento de los proyectos y planes de trabajo conforme lo ofrecido y pactado con el grupo mandante. Todo esto a las riveras del Río Gran Zenón, gran desilusión para todos ellos, no existía ni habían proyectos ni planes, todo lo contrario, se pedía deportaciones, reubicaciones, desplazamientos, compromisos, negociaciones mil, surgiendo algunas voces quedas, casi hablando en silencio pero con firmeza coincidiendo con los señalamientos a actos no convenientes pero resultando necesario continua las construcciones. Ya que se veían las mejoras en la facilidad de la alimentación. Pero como un ducho y maduro castor, decía en esos momentos de dudas y desconfianzas, aprovechados por unos, sacado pecho por lo no hecho; y otros, con moderación mal disimulada posponiendo compromisos. “No todo es construir las represas sino mantenerlas y adecuarlas de conformidad con los nuevos tiempos venideros”.
Y esos tiempos no dejaron de venir. Ya los diques construidos producía beneficios, habían fechas señaladas de festejos, aumento de castores, crecimiento de la colonia, de cuando en cuando surgían conflictos de poca monta –dirían los entendidos-, venían cambios y recambios en el personal de mantenimiento, reconstrucción y construcción, no faltaba un aventurero humano que pasando por el lugar metía la “pata” donde no debía causando perjuicios que ni notaba pero, para los asiduos castores era motivo de preocupación y laboriosos planes eran necesario para corregir esos males causados. Llegaron días difíciles no porque fieles, laboriosos y consecuentes fueran todos los de la colonia, pero vientos ajenos tenían noticias de cambios provocados por fuerzas de colonias mucho mas grandes y dicen antiguas pero que a nombre de principios y grandes fines aseguraban; conveniente era aplicarlos y así, esos rumores ya eran noticias firmes hasta que fuero convocados los mandantes a reuniones para que aceptaran condiciones no imaginadas ni planteadas por propios miembros sino sugeridas con carácter de obligatoriedad, por las colonias que río arriba, en los orígenes del río Gran Zenón, existían bajo amenazas, vedadas de cambios de curso o chantajes mil.
Unánimes razonamientos se dieron en contra de tales propuestas; fueron notorias las acciones de rechazo, más pudieron los intereses de permanencia y vida conservada que finalmente ante demostraciones de creaciones de corrientes que dieron origen a nuevas colonias sin perjuicio aun de la que es nuestra fuente de inspiración. Exigencias vinieron, porque asumiendo posturas de defensa decían los de arriba, había que normar, controlar, contribuir, experimentar muchas modalidades administrativas diferentes, olvidando orígenes, sacrificios, esfuerzos y tantas otras razones que serían decisivas en tiempos pasados mas no en un presente fantasioso de antojos sin son ni ton, árboles imaginarios sin raíces, acciones sin fines expresados tirados cual salvavidas en un mar encrespado donde solo se debe flotar para salvar la existencia o condenarse a perecer, según dicen, por “voluntad propia” sentenciando así: “si quieres perecer, perecerás por tu voluntad”; rezo fatal ante una voluntad avasalladora. Es así como unos se doblegaban anteponiendo siempre la supervivencia como razón y valor único en la vida, aceptaban en murmullos de insatisfacción estas situaciones.
Llegaba ya, fechas de cambios en la dirección de la colonia la que ya a raíz de los nuevos aires de penetración en el convencimiento habían ya casi reprimido el crecimiento y desarrollo de las obras y aceptado la disposición de recursos a favor de ajenos debilitados en sus esperanzas, pero no cejaban en su afán de permanencia en los cargos contaminados por posturas de los de arriba que era taimados, impositivos y hasta prepotentes avasalladores.
Unos pensaban en la necesidad que fueran otros los que dirigieran la colonia y otros convenidos por nada querían un continuismo conocido, para mal. Y así, se dieron las competencias en el día de las elecciones; fue sorda y tenaz la competencia, no faltaron acciones negadas con los procedimientos democráticos por parte de aquellos que ya, vencido su periodo mal llevado, querían seguir de mandones, postrados, caminando de rodillas y con la cerviz mirando al suelo, argumentando promesas de futuro, cuanto en tanto tiempo destruyeron la fe y esperanzas de todos así como, derechos ganados con el esfuerzo de dirigencias antañas y la generalidad de los que constituían la colonia; aceptando el desmantelamiento y entregando parte de su represa llamada “Muelle Sur” dando origen al empobrecimiento de la colonia dando la espalda a los legados de nobleza y pujanza que permitió que la colonia conociera tiempos de bonanza y felicidad.
Es así como en ese clima de contradicciones se ejecutan las nuevas elecciones de mandantes de la colonia primando finalmente las fuerzas expresadas en las urnas eligiéndose nuevos mandantes llenos de esperanzas ciertas y de energías positivas para luchar por todos y cada uno de los que con esperanzas renovadas, votaron en mayoría por un futuro. Pero como dicen los entendidos. La vida continúa y las esperanzas también.
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