LA SANTA INQUISICIÓN Y SUS
TARAS
Institución de
larga data nunca eliminada de la vida de los ciudadanos peruanos, nido de los
monstruos de todas las frustraciones, albergue de todos los odios, cueva de
todas las maldiciones de esclavos y pecadores, se decía la máxima autoridad de
ejecución de justicia y razón a la distancia de los tiempos. Apreciada como el
brazo opresor, sin conciencia indolente a todo dolor y atrocidad de la clase
humana para la maldad; espada de Reyes y virreyes en este Perú. En el pasado de
esclavos y condenados a torturas mil.
Diríamos el
monstruo no ha muerto, tiene mil caras y mil nombres, hacen que los mejores
corazones humanos, maldigan su existencia y se acerquen al demonio, y entreguen
su alma a las llamas del infierno, ese infierno de llamas inagotables, donde
danzan los demonios más horripilantes y asquerosos, que siendo humanos
sirvieron a Satanás, para convertir esos buenos corazones, en oscuros
aspirantes a arder en las hogueras del propio demonio.
Luego de esta
efímera y simplista observación de realidades humanas de siglos pasados,
sobrevivientes en la actualidad, dado es, como la historia lo refiere en
nuestros días, nos llevan a identificar estas cualidades en muchas
organizaciones humanas, pero hoy trataremos sobre la justicia y sus
representantes.
UN JURAMENTO BLASFEMO:
Servir a la
justicia, es la acción más noble que todo ser humano puede aspirar, pero:
Juan se llamaba
este hombre que vivió esta historia ruin, pero cierta:
Era dicen un
estudioso del derecho, corrían los años 1700 d.C., joven aún de familia de
poder y dinero, llegó a ser el presidente de justicia, alabado por todos,
poderosos hombres de riqueza y títulos.
Trató el caso de
unos indios que habían sido despojados de sus bienes; hizo justicia compensando
a estos indios de manera superflua, pero al fin algo es algo decían muchos,
pero cuando debía cumplirse tal sentencia, un felipillo de esa gran corte, aceptó unirse a unos
malandrines, que siempre existen en etnias y razas, poniéndose de acuerdo,
martirizó a esos indios, demorando sus compensaciones, ganándoles la ansiedad,
el hambre de sus hijos, comenzaron a maldecir su atribuladora situación.
Un día, al borde
de la inanición, se les presentó el demonio, y les dijo, si cada uno de ustedes
le da un latigazo al felipillo, que indolentemente me sirva. Al quitarles sus
bienes, él morirá, y todos ustedes cuando mueran estarán condenados a arder en
el infierno y mi corazón de demonio será más feliz que si solo arde el corazón
del Felipillo.
Pero, hoy tendrán
a disposición de ustedes sus bienes. Todos los indios se quedaron pensando, el
hambre de sus hijos, apuraba una solución pronto.
Llegó una radiante
luz en ella, un ángel, el demonio hipócritamente huyó. El ángel enviado por
Dios ante tanta angustia, les propuso, ustedes no maten a nadie, sino se
condenarán ustedes, a sus hijos y a los hijos de sus hijos, confíen en Dios y
refieran sus males y deseos en oración por tres días seguidos y se hará
justicia y así salvarán también al Felipillo, los indios gente noble que no
guardaba odio alguno se reunieron y acordaron aceptar la propuesta del ángel.
así lo hicieron, cumpliendo lo solicitado por el ángel.
A los días todos
recibieron sus bienes, el Felipillo
renegando cumplió con sus obligaciones y, finalmente, su castigo fue
perderse en el infinito de su propia amargura y dicen hasta hoy se escucha sus
lamentos y quejas, cada vez que un justo pasa por esos lugares, cuál demente
ofende e insulta amenaza, a todo ciudadano, que llega a la corte, sin encontrar
salida, para satisfacer sus malvabas intenciones de hacer mal a los que buscan
justicia, solo Dios en su grandeza podrá liberarlo de este martirio.
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