Con Perseverancia y
Amor Se Alcanza La Libertad
Érase una vez…
Un perro vagabundo a
quien llamaba Fabián, que no por su gusto lo era; luego de recibir muchos
maltratos, trataba de salir de una gran ciudad. Le habían contado algunos
conocidos cuya amistad nunca duraba mucho que las Calles y Avenidas, los carros
y el tumulto de personas tenia fin, tenía fronteras y que más allá se respiraba
un aire sustancioso, fresco, que los campos eran verdes y que todos podían
ladrar la noche entera sin que nadie lo prohibiera. Esa era su meta, llegar a
tan maravilloso lugar.
En el camino andando fue tropezando con unos terribles enemigos que no le permitían ni siquiera trascender (oler) cuanta bolsa tirada encontraba, en muchos casos montículos de desechos donde la esperanza de alimento podía existir, eran defendidos por humanos mal olientes que finalmente lo agredían y maltrataban, en cuyo caso optaba por retirarse, ya que como hemos dicho tenía una meta a alcanzar.
Nunca falta en el camino de la vida un mal amigo, aunque también hay buenos, pero este no era el caso. Así pues, se encontró con un can tan grande como él llamado Juancho. Le contó que vivía en una gran casa con inmensos jardines, suculentos desayunos, almuerzos de ricos huesos y abundante carne, pero manifestó que los dueños estaban de viaje y que por ahora podían andar juntos y si lo dejaba dar la primera mordisqueada a cualquier alimento que encontraran, le permitiría vivir con él y gozar de esos manjares en su casa. Nuestro amigo ya experimentado en estos asuntos; lo miró despectivamente y pensó “este perro está tan flaco como yo, sabe Dios desde cuando no comerá”. Pero más podía su paciencia que la molestia que le causaba el engaño y lo disculpó para sus adentros.
El nuevo amigo lo enrumbó a buenos barrios y como era navidad, en las calles fueron encontrando mucha comida como huesos de pavo, de pollo; en muchos casos con abundante comida; ambos felices. Ambos contentos. Llegaron a un gran parque, adornado por luces brillantes, al centro un nacimiento con imágenes de casi un metro cada una, los feligreses cantaban alabanzas a nuestro señor, la beatas rezaban de rodillas santiguándose de tiempo en tiempo un cura, se dirigía a los presentes, con voz grave narraba la venida del niño Jesús, allá por los tiempos pasados, en Tierra Santa, o narrando como la Virgen y San José llegaron a un pesebre, señalando el que se había elaborad, el que por cierto estaba bien iluminado, por todos lados se sentía el solemne sentimiento de Fe, tanto Fabián como Juancho se sintieron consternados pensando que todos los humanos no eran malos.
Cuando vieron la gran
cantidad de fieles que al entorno del gran parque, caminaban lento, expresando
canticos a nuestro señor recién nacido simbólicamente, las señoras más sensibles,
lloraban por la alegría que nuestro señor había nacido Ya y que nuestro
salvador se encontraba entre nosotros.
Algunos niños viendo
la mansedumbre que expresaban nuestros amigos Nerón y Juancho, se acercaban a
ellos y les invitaban sus golosinas, algunas madres les aconsejaban no
acercarse a ellos, pero al ver sus rostros apacibles que solo expresaban cariño
y bondad, aceptaban su cercanía y así fue pasando las horas.
Fabián y Juancho,
continuaron su camino algo desorientados e influenciados por ese acontecimiento
humano que habían compartido buscando un lugar que los albergara para descansar, llegaron a sentir el
oleaje del mar, decidiendo llegar a él, pues tenían noticias que en sus playas
de noche reinaba la tranquilidad, y así se llevaron a una gran desilusión, pues
el lugar estaba lleno de gente y autos, todos con sus radios a todo volumen,
tomando licor, ellos se sentían nerviosos,
asustados, cansados, subieron como pudieron, hasta cierta altura del
acantilado que bordeaba la playa, en busca de un acogedor lugar para descansar
y dormir.
Un grupo de jóvenes
en estado de ebriedad, gritaban entre ellos apostando que podían llegar nadando
hasta la isla San Lorenzo, el grupo de jóvenes fue creciendo en números ya casi
se formaba una multitud de jóvenes embriagados, fueron a las maleteras de sus
autos, los que por cierto eran de primera generación, sacaron sus trajes de
baño wetsun, para protegerse del frio del agua, eran cinco los osados jóvenes
ebrios que concretaron la apuesta, todos los que alentaban se encontraban
ebrios.
Antes de meterse al
agua, todos los presentes se acercaban a ellos para brindar por su valentía y
decisión, deseándoles suerte, los grupos se dividían y otros apostaban y
alentaban a su preferido y así de dividieron los participantes al entorno de su
preferido entre aplausos, gritos, hurras y algarabía, a la hora de la partida
un gran número de personas entraron al agua, sin importarles mojar sus prendas
de vestir. Uno de ellos saco una pistola y dio la partida con un disparo, y así
comenzó la competencia.
Alguien preocupado
por el destino de estos deportistas circunstanciales llamo a la policía de
salvataje, como al cuarto de hora llegaron al punto de partida, les informaron
de la competencia circunstancial de nado con urgencia llamaron a la base de los
helicópteros y a los minutos llegaron patrulleras de la Marina, todos sabían ya
cuál era la meta de los nadadores, algunas personas del público consideraban
imposible que sobrevivieran los nadadores, por lo que llamaron a cuanta
insistencia los pudiera auxiliar llegando al instante helicópteros de la
aviación, patrulleras de la marina, hombres ranas que espectacularmente descendieron a las
aguas del mar desde helicópteros, llegando a ellos y teniendo que sostenerlos
para que no se fueran a las profundidades de las aguas y así esperaron a las
patrullas que los auxiliaron salvándoles la vida.
Gracias a su prontitud
y coordinación oportuna de las fuerzas civiles, policiales y militares
sobrevivieron a tanta irresponsable decisión. Así fue publicado en todos los
diarios de la ciudad, en TV, resaltando la acción de los que salvaron las vidas
de estos arrogantes e irresponsables jóvenes.
Nuestros amigos
Fabián y Juancho continuaron por el acantilado encontraron una cuneta llena de
vegetación y decidieron pasar la noche en ella, sintiéndose cómodos lejos de
los humanos, antes de quedarse dormido Fabián se puso a meditar quedando
convencido que había retrocedido y que se estaba alejando de su meta donde no
existían tantos humanos, el aire era alimento y podía ladrar toda la noche si
así lo quisiera.
Por lo que en la
mañana tomó una decisión firme y así se lo comunicó a su amigo circunstancial;
éste le hizo recordar todas las promesas que le había referido “No, no” -le
dijo- “yo no solamente quiero comida, quiero pan con libertad”, “¡Cómo!” -le
dijo- “que es eso de pan con libertad, el pan es pan, y la libertad es una
utopía que la gozas solo para buscar pan, pero si tú crees que puedes conseguir
las dos cosas juntas yo me quedo y tu sigue tu camino”. Escuchado esto, nuestro
amigo Fabián enrumbó a trote hacia lugares, más escampados buscando el extremo
de la ciudad.
En su camino, después de dos días, se encontró con una manada de todo tipo de animales, naturalmente que también venían canes; preguntándoles a donde iban, le respondieron: “vamos al centro de la gran ciudad”. Desesperado, comenzó a ladrar gritando con todas sus fuerzas que no siguieran, que corrían peligro, que los golpearían y maltratarían, pero nadie le hacía caso y no tuvo más remedio que hacerse a un lado dejarlos pasar, aunque esto le causaba gran pesar.
Un rezagado que venía cojeando, pequeño él pero muy maduro más por cansancio que por curiosidad, se detuvo, le preguntó qué quería decir que no sigan, que les pegarían y que no encontrarían que comer. Intrigado Fabián, nuestro perro amigo, le contestó con varias preguntas: “¿de dónde vienes? ¿Por qué quieren internarse en la ciudad?
¿Cómo te llamas?”. Sentándose sobre sus flácidas nalgas contestó con voz casi inaudible: “me llamo Duque, vengo de muy lejos, casi de las alturas y voy en busca de diversión y trago; dicen que en el centro de la ciudad abunda, pensamos llegar antes de navidad pero no pudimos, el cansancio hizo que durmiéramos dos días seguidos. ¡Ah!, pero dicen que hembras abundan y hasta listones de colores usan”.
“¡Ah! Caramba,
chiquito mañoson; no sabes que detrás de los vicios y las lujurias está el
infierno y el sufrimiento, o sea, que has tenido la oportunidad de conocer esos
inmensos campos verdes, las noches estrelladas y has podido ladrar a tu antojo
y gusto; haz abandonado todo ello por una falsa ilusión de placer y vicio. Vaya
pues si somos tontos los perros, por eso bien merecido lo tenemos que nos
traten mal los humanos, que el hambre nos persiga y tú hasta te quedaste
chiquito”.
A lo que Duque limpiándose la garganta y empinándose en sus patas traseras respondió: “ya estoy viejo para concejos de jóvenes, cobardones y santurrones, tu dime, cuantas borracheras te has metido y de hembras ¿qué?
A lo que Duque limpiándose la garganta y empinándose en sus patas traseras respondió: “ya estoy viejo para concejos de jóvenes, cobardones y santurrones, tu dime, cuantas borracheras te has metido y de hembras ¿qué?
Yo hasta hoy nada de
nada y ya estoy viejo” Fabián lo miro y pensó: “pobre Duque, si yo que soy
fuerte, me he visto en dificultades mil, el tan pequeño débil no vivirá mucho
en esa selva de laberintos y contradicciones; lo desilusionaré y haré que me
acompañe y me sirva de guía y así alcanzaré mi meta con más seguridad y
prontitud”. De inmediato se acordó de Juancho el amigo mentiroso; pero su caso
según él era diferente, se trababa de salvar una vida y por qué no, de dos
vidas; la suya y la de Duque.
Y comenzó a decir: “Óyeme amigo Duque, tu nombre es un título de la monarquía, tu destino no es ser vicioso ni borracho, tu destino es el encontrarte en las partes más altas del mundo y desde ahí conversar con la luna, el sol y salvar nuestra casta de sus sufrimientos y penurias. Vamos juntos que yo también quiero salvarme, yo seré tu subordinado, para bien tuyo y mío y de todas nuestros congéneres”. Duque lo miró, saco pecho de flaqueza, bueno, así se llamaba esa parte del cuerpo, pero pecho, pecho, ya casi nada le quedaba, pero mirando fijamente a Fabián, asintió con la cabeza y en un giro viril enrumbo en un sentido contrario al que traía y pensó: “me da pena el amigo Fabián, si no lo acompaño de repente fallece, yo que conozco el camino no me siento seguro, ¡como estará él! Seguro que temblando por dentro pero que bien lo disimula, vale la pena ayudarlo”. Así siguieron charlando.
Siendo ya de noche, las luces de los vehículos que transitaban por las avenidas no los dejaban ver y Fabián experimentado en estas lides le dice: “Duque, amigo busquemos un lugar seguro donde pasar la noche, estas luces nos van a cegar y podemos desorientarnos”. Así divisaron un gran tubo de esos de cemento. A trote rápido, llegaron hasta el e ingresaron: “Hey, hey” -le dice Fabián- “no ingreses tanto y acuérdate, venimos del norte vamos al sur que está por allá; mañana cuando despertemos no olvides la dirección que llevamos.
Mira, tengo ganas de miccionar, lo haré unos pasos al sur; dejaré un gran montículo y así nos orientaremos por él”. Duque pensó: “¡Qué sabio es mi amigo!, ¡Qué suerte he tenido de encontrarme con él! pero tengo hambre, caramba, esa no es culpa de él. Bueno, a dormir se ha dicho, no sabe Fabián que tendremos que caminar bastante para poder encontrar comida”.
El encuentro de Fabián
y Duque con los Timadores
La
noche era oscura, no se veía nada a un metro de distancia, una luz potente los
deslumbró, Fabián rapando llegó al extremo del tubo, observó que tres hombres
bien vestidos y con armas en la mano, bajaron una dama de singular belleza,
todos la gritaban, ella tenía las manos atadas, se las desataron, la mandaron a
la parte oscura, detrás del auto cuyo motor no habían apagado, ella caminó unos
pasos, al minuto la llamaban a gritos los tres hombres, con armas en mano,
regresó ella, amenazándola de muerte, la subieron al auto, ella les rogaba que
la suelten, el que parecía ser el jefe, le dijo te soltaremos cuando paguen por
ti.
Fabián
llamaba a Juancho que dormía ya dentro del tubo, éste despertó asustado,
renegando dijo ¿qué pasa? ¡Déjame dormir! ¡No tengas miedo! ¡estás conmigo!,
Fabián le dijo en voz baja ¡cállate!, ven, ven, el chiquitín más de fuerza que
de ganas se acercó y vio a los tres bandidos y la chica, cuando casi en vilo la
metían al auto, blandiendo sus armas, escuchando lo dicho por los hombres, el
auto con sus ocupantes siguió subiendo la colina, ellos se quedaron observando
el auto, pues podían distinguir la luz, hasta que se detuvo frente a uno de los
chalets que por las luces del auto se podían distinguir, hasta que ingresó el auto
a la casa y apagaron las luces del auto.
Fabián
y Duque regresaron al lugar que ocupaban dentro del tubo, buscando que dormir.
Duque, el pequeño, comenzó a renegar pues acusaba a Fabián de haberle quitado
el sueño, Fabián se quedó pensando, la chica se parecía a la hija de sus amos,
con quienes había vivido por años a cuerpo de rey.
Fabián
comentándole a Duque le dice “en la ciudad pasan estas cosas, viste como la
tenían atada a esa señorita, como la amenazaban con matarla sino pagaban por
ella”, sacudiendo todo su cuerpo, y casi gritando le dijo Duque a Fabián, ¡la
tienen secuestrada! –recapacitando Duque, ¡la van a matar!, Duque todo perezoso
le dijo ¡déjame dormir!, ¡cállate! Y
pensó ¡la van a matar! Se sintió un gigante, renegó y le dijo a Fabián, yo sé dónde
están, yo vi la casa en que se metieron, está cerca, empinándose en sus dos
patas, vamos dijo Fabián, guíame, pobre mujer la van a matar, y así, el pequeño
iba delante de Fabián tropezando con uno y otro obstáculo, hasta que según
Duque llegaron a la casa, a medio construir, vieron el auto reconociéndolo,
rodearon la casa, buscando un ingreso, vieron una escalera a medio construir,
silenciosamente subieron al techo, vieron una escalera que descendía al primer
piso, bajando presurosos por ella.
Duque
que fungía de guía, tropezó con un balde lleno de pintura, cayendo este rodando
por el piso, regando toda la pintura por el piso, al momento se sintieron voces
Fabián y Duque se regresaron por donde vinieron escondiéndose debajo del coche.
Los
secuestradores fueron presurosos hacia la escalera con sus armas en las manos,
por la oscuridad no vieron la pintura regada
en el piso, y, uno a otro tropezaron al caerse al piso, el más obeso se
golpeó las costillas, el brazo y la cara, los otros dos, sufrieron similares,
golpes, tratando de pararse gritando,
agarrándose unos a otros, buscaban sus armas en el piso, la oscuridad
era tal que agarrándose las manos creían haber encontrado sus armas, en medio
del caos en que se encontraban apoyándose en la escalera y las paredes dos de
ellos, lograron, pararse, Roberto, el más gordo, no lograba ponerse de pie, por
lo que pedía a gritos que lo ayudaran tomándolo de los brazos y los pies, entre
los dos lo arrastraron por el piso, logrando llevarlo lejos del resbaloso piso,
rogaba que lo llevaran a su cama, pues, los dolores no lo dejaban ponerse de
pie con gran esfuerzo lograron, llegar
hasta la cama donde lo dejaron, buscaron una linterna, regresaron por sus armas
las que encontraron.
Con
sus armas y linternas en las manos, subieron al techo, por la escalera,
buscando, que o quien había producido el ruido, que sintieron, agotados por los
sucesos vividos, adoloridos como estaban, decidieron ir a ver a Roberto, que
dormía roncando estruendosamente.
Agotados,
los dos se fueron al otro dormitorio a descansar, no sin antes tocarle la
puerta, a Nelda, pues así la llamaban a la señorita que habían secuestrado,
ella que también había sentido los ruidos y gritos provocado por la caída de
los baldes y la pintura, contestó a los raptores, estos abrieron la puerta, llamándola por su
nombre le dijeron no te hagas la dormida, era un gato techero, mañana
llamaremos, a tu papá, para que nos entregue el dinero sino tu sabes que no
regresarás a tu casa, ella lloraba en silencio hasta que se quedó dormida.
Ya
amanecía, cuando Fabián despertó a Duque, le dice Fabián vamos, la casa del
costado, la que no tenía puertas, entremos para espiar desde ahí, a los
raptores.
Sigilosamente
ingresaron a la casa, desde una de las ventanas podían observar la casa vecina,
escucharon que Nelda, llamaba a los raptores a gritos, se escuchó que uno de
ellos le decía, cállate, estamos preparando el desayuno, vieron que la sacaron
de su cuarto, ingresando al cuarto de el gordito, quien no podía levantarse de
la cama, y se quejaba por el dolor de sus costillas, el que parecía ser el jefe
de los tres, le dijo que llamaría al jefe para que lo recoja y se lo lleven.
Así lo hizo, recibiendo la orden que llame al papá de la chica Nelda, para que
pague por su rescate; a Nelda le quitaron las esposas, atándola a la cama, con
una cuerda (soga) larga para que pudiera movilizarse solo en el cuarto.
Don
Gabriel de los Santos y Rivera recibió la llamada de los raptores de su hija
Nelda, le pedían un rescate de Doscientos mil soles en billetes de baja
denominación de diez y veinte soles.
Don
Gabriel, estaba nervioso y preocupado llamo a su amigo quien era el gerente del
Banco pidiéndole con urgencia y por favor que le prepara un maletín con
Doscientos mil soles, pero solo en billetes de diez y veinte soles como le
indico el raptor.
El
gerente del banco, recibió el encargo de su amigo Don Gabriel y estuvo
meditando por unos instantes, Diciendo finalmente llamar a su hermano quien era
comisario, ellos conversaron largamente sobre el dinero que solicito su amigo.
Llegaron a determinar que le entregaría el dinero conforme lo solicitaba
El
Plan Era: Policías en carros particulares lo seguirían pues era muy extraño el
pedido de dinero de Don Gabriel sobre todo la denominación en que lo solicito,
después de treinta minutos a cierta distancia del Banco estaban dos autos con
tres policías vestidos de civil cada uno, esperando la llegada de Don Gabriel a
recoger el dinero.
A
dos cuadras se encontraban seis patrulleros y un policía en su moto disfrazado
de corredores todos en comunicación discreta con la central de radio policial y
los policías que se encontraban a una distancia cerca al Banco.
Todos
esperando a Don Gabriel que llegara al banco a retirar el dinero solicitado
para seguirlo.
Raúl,
volvió a llamar por su celular al padre de Nelda, comunicándole que tenían a su
hija, que en 2 horas, dejara doscientos mil solos, en el lugar que ello
indicarían en billetes de 10 y 20 soles, que en una hora lo llamarían.
No
pasó una hora cuando llegó una camioneta, presurosos sacaron de la casa al
gordo Roberto, sentado en una silla, luego, lo ayudaron a subir a la camioneta
echándolo en el piso cuan largo y gordo como era sobre una colchoneta que
habían traído, regresando a la ciudad tan veloces como llegaron nuestros amigos
Fabián y Duque tenían un hambre terrible, Fabián insistía en no perder de vista
a los rufianes, el experimentado casador llamado Duque, se ofrece a salir de
cacería para traer comida para él y Fabián, Fe en Duque no tenía, pero antes
que continúe quejándose le dijo, tráeme aunque sea un pavo, Duque pensó para
sus adentros, este grandulón se podría comer una paila llena y se quedaría con
hambre.
Salió
apresurado siempre pegado a las paredes de las construcciones, escucho a lo
lejos el cacarear de unas gallinas, por entre los materiales de construcción,
piedras y arena, llegó a una casa, donde rojizas gallinas, se alborotaban por
la presencia de un gallo ajiseco, quien decía a las gallinas en el momento que
llego, que tenía mundo, y que salió victorioso en toda lid que tuvo que
participar, pues era un famoso gallo de pelea, Duque no lo pensó dos veces y
dijo yo tengo mundo, hasta con pumas he peleado y éste gallo, no va a dejar de
hambre a mi amigo.
Duque
corriendo dio un salto sobre la gallina, que por el sol se adormitaba,
cogiéndola entre cuello y espalda, la
llevó cerca a la casa donde estaba Fabián esperándolo, corrió sigiloso, cuando
Fabián lo vio, trago, saliva y pensó, adiós almuerzo, pero con almuerzo o sin
almuerzo yo no me muevo, Duque le dijo al oído, vamos, estoy muy cansado, yo
solo no puedo, Fabián lo siguió y la gallina estaba tendida, entre los dos la
llevaron dentro de la casa.
Llegaron
las dos de la tarde y don Gabriel Santos y Rivera nervioso se presentó en la
administración del banco, preguntando por su amigo el administrador, de
inmediato lo hicieron pasar, le mostraron un maletín lleno de billetes de baja
denominación; le preguntó el administrador
del Banco si quería contar el dinero, no, le dijo don Gabriel, le
solicitó los documentos que debía firmar mirando el reloj, firmó los documentos
y salió con el maletín con el dinero, puso el maletín en su maletera y arrancó
su auto; en ese instante sonó su celular, lo llamaron para decirle que tomara
la carretera central y siguiera por ella hasta el kilómetro 40, que lo estarían
llamando.
Desde
el banco lo seguía en un auto, dos policías vestidos de civil y una moto con un
joven vestido de corredor, llevando sus armas en una mochila que llevaba en la
espalda, subiendo a dos cuadras una mujer policía, vestida de civil, que
abrazaba al motociclista como si fueran enamorados en cada parada, no faltó un
beso o una caricia.
Siendo
las 14:30hrs. De la tarde, sonó el celular del Sr. Gabriel, eran los
extorsionadores que le indicaron que cada 10 km hiciera una parada de 5 minutos
y así fue cumpliendo don Gabriel hasta que en el km. 40, lo llamaron, lo
desviaron por una trocha, cuando don Gabriel miró por el espejo retrovisor, se
dio cuenta que una camioneta grande venía detrás de él.
La
policía ya tenía un helicóptero que venía ubicando a don Gabriel manteniendo
contacto con los policías que lo seguían, en un claro de la trocha que tomaron
los extorsionadores y don Gabriel estos los alcanzaron y con pistola en mano le
ordenaron que pare.
Lo
bajaron del auto, le pidieron el dinero, don Gabriel sacó el maletín con el
dinero de la maletera y ya el auto con los policías de la moto aceleraron y en
plena marcha se arrojaron sobre los extorsionadores, el helicóptero bajó a
tierra bajando de él 4 efectivos con armas largas, reduciendo a los
extorsionadores. Diez patrulleros llegaron de inmediato con las circulinas
prendidas alborotando el ambiente.
Mientras
todo esto sucedía Fabián y Duque prepararon un plan para liberar a Nelda, como
el auto de los extorsionadores, estaba estacionado en una bajada que terminaba
en un barranco, planearon soltar los frenos, pero antes debían tomar las armas
de los facinerosos, que se mantenían frente al televisor, viendo noticias,
Fabián y Duque con sigilo ingresaron a la casa, donde se encontraba Nelda y los
tres rufianes, los vieron mirando el televisor en la sala de la vivienda, las
armas se encontraban en la ventana tomando sol, según ellos la humedad las
podían trabar, así Fabián y Duque las tomaron y los arrojaron al Barranco, al
regresar se subieron al auto de los malhechores, le quitaron el freno, y el
auto comenzó a rodar hacia el precipicio.
Los
gritos desaforados de los malhechores retumbaban en la casa, y es que estaban
viendo como la policía detenía a su jefe, y las cámaras llegaban al lugar, los
malhechores salieron despavoridos para huir en su carro, pero fue demasiado
tarde pues solo alcanzaron a ver su carro al caer por el barranco.
Sin
pensarlo más comenzaron a correr como llevados por el diablo en busca de
salvación por sus malas acciones.
Fabián
y Duque ingresaron a la casa, tomaron las llaves de las esposas que tenían a
Nelda, prisionera a los pies de la cama, y ella sin saber los acontecimientos
últimos, las tomó nerviosa, demoró algo y en poder abrir las esposas y así
liberarse.
Fabián
tomó de la mano a Nelda, jalándola suavemente hacia la puerta, mientras que
Duque ladrando, yendo y viniendo hasta la puerta, entendiendo Nelda lo que
querían los canes, era que los siguiera camino detrás de ellos, Fabián iba
delante mirando a todos lados, así con cierta premura llegaron a la puerta de
salida, apuradamente, salieron caminando hacia la avenida, bajando por la
colina, para llegar a la avenida siguiendo con dirección a la ciudad. Un
patrullero que había participado en la captura de los extorsionadores, que regresaban
a su base en la ciudad.
Paro
al ver a Nelda, su aspecto denotaba cansancio y algo descuidada, en su ropa, y
aspecto personal, siguiendo a Duque y Fabián, a quienes se les notaba cansados
al ver al patrullero, Nelda se detuvo y se acercó al vehículo, bajando los
policías, ella agitadamente les comunicó que se venía escapando, le preguntaron
su nombre, llegando detrás de ellos camionetas y autos de los periodistas, ella
tomando a Duque en sus brazos y apoyándose en el cuello de Fabián, manifestando
su nombre y comunicando que había sido raptada, los flash no dejaban de brillar, los policías aún preocupados, le pidieron a
Nelda que subiera al auto, pues su papá la esperaba en la delegación policial.
Fabián
y Duque, subieron junto con Nelda al auto, sonando las sirenas venían los
policías, unos en sus autos y otros en motos les habían comunicado que Don
Gabriel - el papa de Nelda los esperaba
en la delegación policial cuando llegaron, llego Nelda a la delegación policial y Don Gabriel ya
enterado por su amigo el comisario de todos los acontecimientos, emocionado y
conmovido abrazo a su hija tiernamente.
Nelda dio gracias a Dios por su rescate comunico a su padre que gracias a
Fabián, Duque, los perros que ya eran aclamados como héroes por los medios de
comunicación. Luego de permanecer en la delegación por más de dos horas se puso
en contacto con el veterinario de la ciudad para que les realizara un chequeo
general, baño y alimentación para los perros sin escatimar en gastos.
El
alcalde de la ciudad se acercó a la comisaria para saludar a su amigo Gabriel y
felicitar al comisario por la magnífica acción, logrando salvar a la señorita
Nelda convocando al comisario y los policías que salvaron la vida de la hija
del principal hombre de negocios de la ciudad, como también felicitar a Fabián
y Duque, por haber liberado a Nelda, exponiendo sus vidas en el principal
teatro de la ciudad, invitando a la ciudadanía a participar del evento. Participarían
los mejores artistas de moda de la ciudad para entregar su arte a nombre de los
héroes Fabián y Duque. Todo esto fue publicado en todos los diarios de la
ciudad, como en todos los medios de comunicación, radios, TV.
Los
ciudadanos llenaron el teatro, presentándose en el escenario, artistas de
diferente genero finalmente el escenario del teatro estuvieron vestidos de
gala, Nelda, Don Gabriel de los Santos y Rivera, el Comisario de la Ciudad, los
Policías, Fabián y Duque que también lucían impecables y brillantes Nelda tenía
a los cachorros a su lado con un collar reluciente ella los acariciaba con
mucha ternura en la ceremonia. Luego les entregaron unas medallas en
reconocimiento a su heroica acción. Se anuncio oficialmente que adoptaba a los
cachorros Fabián y Duque el maestro de ceremonia les entrego el edicto
municipal donde se reconocía como héroes de la ciudad a Fabián y Duque por haber
acompañado en su cautiverio a la señorita Nelda y finalmente haberla liberado
de sus ruines captores.
Fabián
en medio del alboroto y aprovechando el descuido de Nelda le dijo a Duque
vámonos corre alcanzando la calle la que se encontraba casi desierta,
alcanzaron la salida de la ciudad hasta alcanzar el refugio en una pequeña
cabaña donde Fabián y Duque pasaron la noche. Luego de caminar por los cerros
llenos de vegetación, comiendo huevos de codorniz, iban mitigando su hambre,
comieron frutos que la naturaleza les ofrecía.
Sintieron
el paso del tren, que anunciando su presencia tocando estruendosamente su pito,
el eco en los cerros sonaba de manera estruendosa, haciendo que Fabián sienta
cierta nostalgia por lo vivido en la ciudad y Duque sentía cierta alegría por
sentirse cerca de donde había transcurrido parte de su vida, siempre atendiendo
con cariño por su “mamá” como él la llamaba y así cuando caía la tarde, Duque
dirigiéndose a Fabián le dijo busquemos donde pasar la noche, pues estamos
cerca, a donde viven los pumas, yo los he enfrentado, salvando a las ovejas de
mi “mamá”, Fabián mirándolo con admiración, con voz algo burlona le dijo, no te
preocupes, yo estaré contigo, pero no conozco a los pumas, pero no tengo miedo.
Duque
viendo una inmensa piedra al costado de
la piedra había un socavón, ingresando en ella para inspeccionar protegiendo a
Fabián, según él se lo comunicó a Fabián.
Con las primeras
luces de día ambos pararon las orejas y se miraron estirando las patas. Duque
le dice a Fabián: “¡A dormir, a dormir!, que estos huesos no pueden más”.
Fabián le dice: “estas enfermo o qué”. “No” -le dice Duque- “son bromas amigos,
sólo bromas, o tú no sabes de bromas”. “Bueno, bueno vamos que tengo sed”. “No
te preocupes, en un par de horas llegaremos a un riachuelo, podrás tomar toda
el agua que quieras”. “¿Riachuelo?” -pregunta Fabián- “¿Qué es eso? ¿Cómo
amigo, tú que eres perro del gran mundo, no sabes lo que es un riachuelo?”.
“Bueno, mejor sigamos, porque yo tengo hambre y sed”. A lo que Fabián se rio:
“Ja, Ja, Ja, estamos iguales”. Y continuaron presurosos.
Ya calentaba el sol cuando Duque advierte a Fabián agachándose quieto, quieto, los ojos le brillaban; comenzó a rampar; de repente saltó como gritando, comida, comida, y una Paloma asustada trataba de volar. Fabián en un triz se puso delante de Duque y le dijo: “no hagas eso, estás loco o qué; los humanos te pegarán, te maltratarán si tocas a una de esas palomas”. “Caramba” -le dice Duque- “el loco eres tú. Esa paloma era mi almuerzo y claro te hubiera invitado algo, pero ya ves”. “Oye, oye; qué es eso que los humanos me castigarán si ellos no crearon las aves, la creo Dios para que nosotros pudiéramos sobrevivir y tú me vienes con ese cuento”.
Ya calentaba el sol cuando Duque advierte a Fabián agachándose quieto, quieto, los ojos le brillaban; comenzó a rampar; de repente saltó como gritando, comida, comida, y una Paloma asustada trataba de volar. Fabián en un triz se puso delante de Duque y le dijo: “no hagas eso, estás loco o qué; los humanos te pegarán, te maltratarán si tocas a una de esas palomas”. “Caramba” -le dice Duque- “el loco eres tú. Esa paloma era mi almuerzo y claro te hubiera invitado algo, pero ya ves”. “Oye, oye; qué es eso que los humanos me castigarán si ellos no crearon las aves, la creo Dios para que nosotros pudiéramos sobrevivir y tú me vienes con ese cuento”.
“Si ellos también se las comen bueno, vamos aclarando algo... no sé por qué piensas así pero, si tú quieres sobrevivir en éstos parajes tienes que aprender a cazar tu comida”. “No, no” -responde Fabián- “En la gran ciudad existen éstas, son de gran tamaño y andan en grandes bandadas pero si tocamos una nos agarran a palos”. “Bueno, bueno amigo; acá en los campos o cazas tu comida o te mueres de hambre, aquí ningún humano te va a pegar, ellos también cazan para alimentarse”. Fabián se quedó pensando: “Qué diferentes son los humanos de acá, porque los de la ciudad no comen ni dejan comer, ya comienzo a querer a los humanos de acá”. Y así caminaron hasta que llegaron al riachuelo que le indicó Duque y bebieron agua hasta que se hincharon sus panzas. Buscaron una sombra y se tiraron a descansar.
ENCUENTRO CON UN GRAN DANES LLAMADO NERON
Después de una hora, Fabián se despierta y no ve a su amigo Duque, se para y olfatea, mira a todos lados, “Caramba” –dice-, “que pasó, todo por dormirme”. Cuando siente en ese momento que alguien venia tratando de ver por entre la vegetación; y ve a su amigo Duque que a duras penas arrastraba una gallina del pescuezo. Él corre a su lado y le dice: “¿Qué haces, Duque?”, soltando la gallina, le dice: “comida, amigo, comida, tu eres más fuerte comienza a comer algo, pero déjame un poco para mí”. Oliendo el manjar, porque de acuerdo con su hambre eso era el presente; entró en acción y así ambos ya satisfechos quedando algo por ahí de comida sienten acercarse a alguien hasta que lo ven....., era un tipo fortachón y bravío quien con ladridos gruesos reclama: “Siento olor a comida, dónde está”. Mira los restos y se abalanza sobre ellos.
Los amigos se miran, sonríen y lo dejan que coma; una vez terminado todo se dirige al riachuelo y bebe hasta el hartazgo. Diciendo gracias, gracias se abalanza sobre Fabián y, Duque jugueteando mueve la cola. Entre juegos le preguntan: “Oye, oye, ¿quién eres tu?”. Y el gran perro con un vozarrón poco común responde: “Soy Nerón, así me llaman. Hace días que estoy perdido, salí persiguiendo un puma que merodeaba la casa donde vivía, mis amos le dispararon varias veces sin causarle daño alguno. Yo salí a perseguirlo porque hirió a mi amigo Eustaquio, un gran carnero de la manada que yo cuido”. Dirigiéndose a Fabián le dice: “Tú también estas perdido, tú tienes facha de pastor donde has dejado tu manada”. Sonriendo Fabián le responde: “No, no; yo soy perro de la gran ciudad y vengo en busca de cielos y
espacios abiertos donde pueda ladrar toda la noche. Quiero mi libertad amigo Duque, estamos buscando esos Campos. Tú Nerón estas confundido, si sigues hacia el norte te vas a meter a la gran ciudad y no te auguro nada bueno, la vida allá es muy dura, nadie quiere a nadie y tendrás que comer desechos y basura; a si es que si gustas, vamos los tres juntos hasta que encuentres tu casa”. Nerón se quedó meditando un buen tiempo pero Duque todo altivo casi desde el suelo intervino (estaba estirado cual lombriz) dijo: “Serás muy grandote, pero de acuerdo a lo que me ha contado Fabián, la vida en la ciudad solo es ilusión hambre y miseria; ahí donde comen 100 solo 10 se llenan los 90 siguen de hambre; pero aquí entre nos podemos decir: donde come uno comen tres.... ja, ja, ja; ya tú lo has comprobado”. Y los tres se pusieron a ladrar cual locos sin control. Por ahí algún cazador furtivo soltó un disparo que escuchado por nuestros amigos hizo que se callaran, y, mirándose unos a otros dijeron al unísono: “Todavía estamos muy cerca de la ciudad.
Despertándose
Fabián le pasó la voz a Duque, y, el pequeño alegre le mordía suavemente las
orejas al gran Danés, Nerón, éste cuya cabeza era casi del tamaño de Duque,
todo gruñón, movió la cabeza haciendo que Duque rodara por el suelo profiriendo
un ladrido que hizo retumbar el socavón, desprendiéndose la tierra de la parte
alta, por lo que salieron apresuradamente del socavón, empujándose unos a otros
jugando Duque gritó, cuidado grandulón o los muerdo, después van a estar
gritando y así continuaron la marcha, por la ladera del cerro lleno de
vegetación.
ENCUENTRO CON UN PUMA
De
repente Duque se encuentra cara a cara con un puma, Duque que ya los conocía
dio un tremendo salto al costado, posesionándose detrás de un gran “San Pedro”,
de varios brazos lleno de espinas inmensas, de más de 4 metros de altura,
mirando a todos lados, alcanzando Nerón a ver la cola del puma que no quería
perder de vista a Nerón, pues crea ver en él un buen desayuno, en eso Nerón que
en alguna oportunidad había visto por TV a las víboras y culebras, anunció a
gritos al gran Danés de la presencia del puma, por lo que el gran danés,
llamado Nerón, profirió un rugido, saltando en el aire para voltear
encontrándose con Fabián y el gran danés Nerón, que permanecía con el hocico
abierto mostrando los dientes y Duque que no dejaba de ladrar, el puma se
sintió acorralado, y dirigiéndose al gran danés Nerón le dijo, que solo estaba
de paso, pues se dirigía a una “aguada” (una pequeña laguna), para tomar agua,
si querían los guiaría para que todos tomen agua y cacen algunas aves, o
vizcachas, palomas, guanacos, llamas, carneros, vacas, toros.
Parecía
que el puma estaba nervioso, ya que se veía flaco y angustiado, pues tenía una
pata con una herida, que lo hacía cojear, los tres presurosos aceptaron y
comenzaron el descenso lentamente, el puma les contó en el trayecto que una
bala le había rosado la pata, habían jinetes que estaban casando a cuanto
animal veían por lo que recomendó que tomaran agua de dos en dos, quedándose
dos viendo si veían los jinetes; a unos cincuenta metros antes de llegar a la
“aguada”, mandando al puma por delante. Nerón se quedó con Fabián y Duque les
dijo que él bajaría con el puma a tomar agua y luego bajarían Fabián y Duque, porque
no tenía confianza en el puma, que se mostraba hambriento y sediento, y así el
gran Danés Nerón alcanzó al puma llegando a la “aguada”, que era un pequeño
lago, ordenándole con voz fuerte que tomara agua a distancia de él y que mirara
si venía alguien a sus espaldas, que él también haría lo mismo, y así sentía
protegerse, tanto de los jinetes como del mismo puma, pues no quería ser
sorprendido.
Satisfechos
regresaron a donde se encontraba Fabián y Duque, quienes bajaran sigilosamente
a beber a la “aguada”, regresaron al lugar en que se encontraba Fabián y el
gran danés, se pusieron de acuerdo para que Duque, subido en una piedra
posiblemente antediluviana, viera si venían los jinetes y ellos se acercarían a
la “aguada”, escondidos entre el follaje, casarían algún animalito que por
tener sed, bajara a la aguada, y así esperaron varias horas. Cuando de repente
cayó Duque, rodando desde la piedra, llamando a gritos a Fabián, el que llegó a
él velozmente pensando que había sido atacado por alguna fiera, soñoliento y
hambriento Duque se disculpó, diciendo que había resbalado de la piedra, pero
que estaba bien, regresando a su posición rápido y en silencio, regresó Fabián
a su puesto junto a la “aguada”, de repente a la distancia venía un torillo,
que se había extraviado de su manada, cojeando, caminando lentamente el puma
hambriento, propuso alcanzarlo, él se encargaría de tomarlo por el hocico, que
Fabián lo tomara por la cola y que el gran danés Nerón, lo tomara por la pata
delantera para hacerlo caer, cual reloj sincronizadamente, todos cumplieron con
lo acordado, estuvieron algunos minutos, luchando con el toro, hasta lograr
hacerlo caer, luego de sentirse satisfechos al consumir su ración cada uno,
bebieron hasta satisfacer su sed.
Subieron
hasta cierta altura los cuatro, y Nerón el gran danés les dijo, vamos a
descansar y reposar, dirigiéndose al puma le dijo agradezco tu ayuda, para
encontrar la aguada, tú vives en las alturas, nosotros tenemos que bajar al
valle a buscar mi casa hacienda, donde he viviendo siempre y Duque llevará a
Nerón a la casa de su “mamá” para que conozca a Laika, una bella pastor con la
que había vivido hasta antes de su aventura a la ciudad, el puma aceptó, pues
él siempre había vivido solo, no se sentía bien con tanta compañía, pero les
agradeció que confiaran en él y les prometió que los visitaría, a lo que
contestaron al unísono tanto Fabián, Duque como Nerón, avisa primero, para
recibirte, así el puma se va a las alturas y Fabián les dijo a Duque y al gran danés
Nerón busquemos.
Trotemos, que esta noche ladraremos sin parar, sin que nadie nos interrumpa. Vamos enseguida”. Los tres a paso forzado comenzaron a avanzar, a las 2 horas comenzaron a sentir el cansancio que produce el ir cuesta arriba; ya notaban ciertos cambios en la naturaleza y como le habían contado a Fabián, hasta el aire que respiraba le alegraba el espíritu y se sentía fortalecido para seguir caminando, miro a sus amigos que muy suelto de huesos seguían caminando como si así como él tuvieran la misma meta: “Pan con Libertad. Ladrar, correr, gritar, y comer por su puesto” -pensaba Fabián.
Ya oscurecía cuando escuchan el ruido que producía una correntada de agua; enrumbaron hacia donde provenía el ruido llegando prontamente a él.
Duque pasando presuroso por en medio de los dos, se metió al agua; tanto Fabián como Nerón le gritaban: “¡No, no, cuidado; te vas a ahogar!”. Cuando de pronto se zambulló en las aguas siendo arrastrado por ellas. A unos veinte metros salió chorreando agua con una trucha en las fauces la que por cierto hacia lo posible por zafarse. Corrieron presurosos porque no sabían quién tenía prisionero a quién. Este era el caso de Fabián mas no el de Nerón, a Nerón lo angustiaba el hambre y que su amigo se pudiera ahogar.
El ya conocía de estos avatares por lo que Nerón en dos trancos estaba dentro del agua; y metiendo la cabeza dentro del agua, la levantó con una trucha en el hocico y salió dando saltos acercándose a Fabián y con la mirada lo invitó a tomar parte del suculento bocado; y así lo hizo Fabián.
Los tres tirados en la Ribera húmeda satisfacieron su hambre producto de la caminata y luego, buscaron cerca de la ribera, entre la vegetación, un lugar para pasar la noche.
Un niño llamado
Giordanno
Fabián Duque y Nerón,
estando aun sobre elevadas lomas, llenas de pasto alto, divisaron manadas de
caballos, toros, vacas y sus crías que por cientos quizás miles, pastando
mugiendo balaban las ovejas, no veían ser humano alguno sin embargo el gran
conocedor Duque les decía a Fabián y Nerón, deben encontrarse los humanos
reunidos, mas allá hay un corral inmenso donde reúnen a los animales para
marcarlos, yo les explicaría todo pero, con cara picara les manifiesta ustedes
no van a entender, Fabián en voz baja dice ¡cállate!. Duque sintió que Fabián
estaba molesto, en ese momento también sintieron un ruido extraño, Nerón
estirando su cuello por encima de sus dos amigos pidió que se tiraran al suelo,
pues algo muy extraño sucedía.
Rampando se fueron
acercando, el pasto los favorecía ya que los cubría totalmente hasta que Fabián
como buen perro acostumbrado a vivir en familia dijo… es un niño y está
llorando. Su mamá debe estar con él dijo Duque.
Como perrito faldero
por instinto sabía que los niños siempre están con su mamá.
Duque dijo ¿Y si esta
solo? Un puma puede hacerle daño, vamos dijo Fabián debemos ver si está
acompañado.
Continuaron caminando
entre el pasto acercándose al lugar de donde provenía el llanto que cada vez lo
sentían más fuerte.
Nerón se paró en sus
cuatro patas, estirando el cuello por encima de la vegetación, vio moverse el
pasto, a unos metros de ellos el llanto lo sentían más fuerte aun, Fabián dijo
vamos a separarnos para acercarnos con mucha cautela. Su papa puede estar con
él, acá todos los humanos usan armas no valla hacer que nos confunda con un
puma, claro dijo mirando a Duque con cierta voz burlona podrían confundir con
una vizcacha, Duque, serio comenzó a caminar con cierta cautela, muy molesto de
vez en cuando miraba a sus amigos.
Así muy lentamente llegaron
a divisar al niño, el que estaba solo, cansado de llorar se estiraba entre el
pasto.
Fabián y Nerón
miraron a Duque y le dijeron que se acercara al niño, Fabián pensó si el
grandulón de Nerón se acercaba, el niño se podría asustar.
Nerón orgulloso el
rampando se fue acercando al niño, ladrando muy bajito, el niño lo miro
sentándose le estiro la mano para tocarlo. Nerón agachando su cabecita se pegó
hacia el niño, Fabián echado contemplaba la escena. Nerón no sabía cómo encoger
su cuerpo para no asustar al niño.
Así se fueron
identificando con el niño que conocía a
los mejores amigos del hombre pues en su hogar tenia perros pequeños que
jugaban con él desde que era un bebe.
El niño tenía unos
diez años, con Fabián, Duque y Nerón se sintió seguro, Duque dijo en voz alta.
Tenemos que llevarlo donde resplandecen esas luces, ahí deben estar sus padres.
Cruzaron el llano, ya
la oscuridad los cubría subieron por la colina, el niño se sentía muy cansado y
se apoyó colocando su brazo encima del cuello de Nerón.
Fabián se acercó y
con el hocico lo empujaba suavemente para
que suba al lomo de Nerón, al fin logro subir el niño, a paso lento
alcanzaron la cima de la colina, encontrándose con un espectáculo deslumbrante
poblado de grandes tiendas de campaña en más de quinientos metros, observaron
un corral cercado de piedras, llamadas pilcas, sus vistas no alcanzaban a
distinguir la inmensidad del llamado corral, lleno de vacas y toros, tal vez en
un numero de cinco mil cabezas.
A la distancia
apreciaron otro corral con las crías de las vacas, Duque dijo “esto se llama
rodeo”, que cada dueño usaba una marca que generalmente era sus iniciales de
sus nombres que eran impregnadas en el anca de cada res para identificarlos y
así no se pierda, contaba duque que él había participado en estos eventos que
se realizan una vez al año. Así nuestros amigos llegaron, ya acompañados con la
oscuridad de la noche decidiendo acercarse con el niño sobre el lomo de Nerón,
llamando la atención, esperando que alguien reconozca al niño y así se detenían
frente a cada tienda de campaña, donde, algunos trovadores tocaban su guitarra
cantándole a la luna que lucía su belleza y esplendor, como sucede en esos
parajes de milenaria existencia, casi borrando a la prepotente oscuridad
nocturna que en todo lugar entristece el vasto territorio lleno de grandes
pastizales donde abundan numerosas manadas de animales que utiliza el hombre
para su subsistencia que generalmente no agradece a la naturaleza que se
muestra tan generosa con la humanidad.
Fabián, Duque y Nerón
ya se mostraban agotados, pues nerón con el niño acuestas venia parándose en
cada tienda de campaña, detrás de ellos venían grupos de personas que no los
perdían de vista
De repente divisaron a
alguien que venía corriendo con los brazos en alto gritando el nombre el niño
quien se llamaba Giordano, al verlo el padre llorando, cogió al niño en sus
brazos pegándolo a su pecho, dando gracias a Dios por su aparición, desde el
mediodía se había extraviado y los familiares estuvieron desesperados
buscándolo a caballo y a pie, agotados por la búsqueda regresaron a sus tiendas
sin éxito.
Los presentes viendo
a Fabián, Duque y Nerón agotados les trajeron agua y alimentos los que con
fugacidad comieron y bebieron.
Satisfechos y
alumbrados por una hermosa luna, cuando ya la mayoría de los presentes se
dirigieron a sus tiendas, los canes emprendieron la retirada silenciosamente,
cuando estaban a cierta distancia de rato en rato aullaban mirando la hermosa
luna y las estrellas, hasta que encontraron un lugar en la colina para pasar la
noche.
El más contento era
Fabián, se estaba cumpliendo una parte de su meta ya que nadie los
interrumpía.
Al día siguiente, el primero en despertarse fue Fabián para quien todo era novedad. Pasándole la voz a Nerón y Duque metiéndoles por sus panzas el hocico, ambos se despertaron alborotados: “Ya, ya” -les dijo Nerón oteando el horizonte: “Estoy seguro que estoy cerca de mi casa, yo los voy a guiar”. Así caminaron hasta el mediodía divisando entre unos campos de pastizales verdes, una gran manada de ovejas y otros animales pasteando plácidamente divisándose una casa de muy regular tamaño con sus techos de media agua que brillaba al sol por ser de calamina y Nerón, mirándolos les dijo: “Esa es mi casa, esos son mis amigos, vamos, vamos” -les dijo- más Fabián y Duque le respondieron: “Mejor es que tu llegues solo, no queremos ser una carga para ti”. Duque dijo: “No te preocupes, yo tengo una prima que vive cerca de acá en una casa de techo bien rojo (era de tejas)”. “A, sí” -le contestó Nerón- “yo la conozco, los dueños son muy buenos con ella y tiene bastante trabajo pues tiene que cuidar varias manadas de caballos, carneros, vacas, etc., etc.”. Despidiéndose no sin antes juguetear hocico con hocico, enrumbó hacia la casa que habían divisado.
Duque y Fabián continuaron caminando a campo traviesa con la pena de dejar al amigo y con la alegría de saber que su amigo había encontrado su hogar dulce hogar.
Y así siguieron caminando cuando el sol declinaba ya. Al remontar un montículo, se encontraron cara a cara con una matrona que olla en mano salía a darle qué comer a Layka, así se llamaba la hermosa perra pastora de quien ya conocemos por las referencias que dio Nerón.
La matrona al ver a Duque, dejó la olla en el suelo y presurosa corrió llamándolo a Duque por su nombre y lo cargó cual hijo pródigo proporcionándole un sin número de caricias llamando a gritos a los que estaban en la casa para darles la buena nueva de la aparición de Duque.
Salieron todos y
luego de los comentarios y arrumacos a Duque, se dieron cuenta de la presencia
de Fabián que no dejaba de mirar a Layka.
Se pasaron la voz unos a otros y se acercaron a él, y Duque, a modo de presentación, saltaba ladrando alborotado como presentando a Fabián a sus amos y corría y saltaba dándole suaves mordiscos tanto a Fabián como a Layka y la matrona se manifestó diciendo: “que perro tan bonito, si es pastor igual que Layka.
Te quedarás con nosotros y ojala sean amigos”. Fabián y Layka se miraron y pensaron uno del otro: “¡Qué bonita es!” y ella pensó: “Qué fuerte es”. Y así Fabián llegó a su meta y consiguió alcanzar el pan con libertad llegando finalmente una linda cachorra a quien llamaron Mariloli producto del amor que nació entre Fabián y Layka.
Se pasaron la voz unos a otros y se acercaron a él, y Duque, a modo de presentación, saltaba ladrando alborotado como presentando a Fabián a sus amos y corría y saltaba dándole suaves mordiscos tanto a Fabián como a Layka y la matrona se manifestó diciendo: “que perro tan bonito, si es pastor igual que Layka.
Te quedarás con nosotros y ojala sean amigos”. Fabián y Layka se miraron y pensaron uno del otro: “¡Qué bonita es!” y ella pensó: “Qué fuerte es”. Y así Fabián llegó a su meta y consiguió alcanzar el pan con libertad llegando finalmente una linda cachorra a quien llamaron Mariloli producto del amor que nació entre Fabián y Layka.
Y así Fabián, Layka y Mariloli (chica inquieta) daban vivas, saltaban y brincaban alrededor de papá y mamá cada vez que Fabián mirando a la luna, ladraba y aullaba dando gracias al Señor por la felicidad que había alcanzado.