sábado, 31 de julio de 2010

UN DOMINGO DE MIÉRCOLES


En los ochentas trabajaba cumpliendo con el servicio de taxi, entre el Callao y Lima, en muchos casos los pasajeros son de estratos sociales muy pero muy especiales (léase lumpen) y este es uno de los casos que me toco transportar a un ciudadano de estos especiales de baja estatura, sujeto algo vozarrón con un saco en la mano colgando del brazo.

Haciéndome la señal clásica, me paró para solicitarme un servicio de taxi al Callao, pregunte ¿Qué parte del Callao, pregunte ¿a qué parte del Callao? el Obelisco, respondió encontrándonos en la equina de la Av. Del Ejercito y Av. Brasil (donde existe un grifo hasta el día de hoy), por coincidencia ya yo estaba dando por concluida mi jornada de trabajo y este taxi solicitado me acercaba a mi casa, 3.00 soles le propuse, un precio cómodo (aceptando al “toque” como decimos en el argot criollo), abriendo la puerta (el vehículo era un Volkswagen del año 72 color blanco) se sentó en el asiento delantero e inmediatamente sentí que quería interrogarme, sin saludo alguno preguntó, ¿eres del Callao?, no, le dije, enseguida preguntó ¿conoces el Callao? Respondí si he ido dos o tres veces pero tú puedes guiarme, a lo que asintió con un gesto en su rostro y demostrando seguridad, si voy al Obelisco, y así ya estábamos frente al Colegio Militar Leoncio Prado (veníamos por la Av. La Paz) ya para entonces estaba seguro que se trataba de un “choro” dispuesto a asaltarme o en cambio podía esperarlos otros amigos en el lugar que me indicara, fuera cual fuera su intención, lo cierto es que no tenia duda alguna de sus santas intenciones, puesto que el transcurso del recorrido se saco el saco del brazo y ¡oh! Que sorpresa tenia no menos de 5 ó 6 chuzos (cortes), parece que me quiere amedrentar o quiere que sepa que es “choro” de alto vuelo.

Bueno así las cosas, trate de mostrarme lo más sereno posible y hasta manejaba despacio, por lo que este “ciudadano” me dijo sino podía manejar más rápido, claro le dije y aumenté la velocidad.

Llegando al cruce de la Av. La Paz y Av. Santa Rosa a cierta velocidad al llegar al Jr. Atahualpa voltee sin bajar la velocidad tomando el Jr. Atahualpa el “tipejo” reaccionó diciéndome ¡oye! ¿a dónde vas? respondí por aquí llevé al señor que me tomó la vez pasada y llegamos rápido, lo vi endurecer el rostro y dudar en lo que me iba a decir, ya para esto estaba llegando al Jr. Brasil (son 4 cuadras que separan a la Av. Santa Rosa y el Jr. Brasil) al voltear al Jr. Brasil había una veintena de muchachos jugando “fulbito macho” (ya sabemos que el mejor futbol se juega en las calles del Callao) paré de inmediato el vehículo interrumpiendo el juego que debía estar candente ya que todos se encontraban sudorosos y agitados y comenzó la chacota ¡Corrales! ¡Corrales! ¡sal, déjanos jugar! y el griterío seguía y mi pasajero después de algunos segundos en que le ganó la sorpresa, con rabia me dijo, conch ….. de tu …… eres pendej……, seguía conch…..

Yo con tranquilidad y para evitar cualquier desenlace fatal o no, le dije ¡fuera! señalando a la comisaría, luego replique ¡ahí está la comisaría de La Perla y todos los que están jugando son mis amigos!, no te quiero hacer ningún daño bájate y vete, ¡pero ya! le hice el ademan para abrir la puerta, para bajarme, sin perderlo de vista, (siempre mosca) yo no sabía cuál sería su reacción final, pero optó por bajarse e irse a paso ligero no sin antes llenarme de groserías y yo tratando de distraer a los muchachos les dije ya, ya pero dije a voz en cuello ¿quién va ganando?, la respuesta fue un loquerio de gritos para me retirara y los dejara jugar, y respirando hondo y viendo que el tipo no se detuvo para nada y a paso ligero dio vuelta en la esquina, avance hasta mi casa que estaba a una cuadra y así terminó este incidente … como los hay muchos, pero muchos…amen.