lunes, 15 de marzo de 2010

Morobón

Los pueblos recorren caminos desconocidos para quienes viven en ellos luchando por la supervivencia de ellos y sus seres queridos, se esfuerzan por perfeccionar sistemas que les permitan sobrevivir en las mejores condiciones posibles sobretodo, alimentaria, cuando el suelo que los cobija se resiste a brindarles sus productos para ellos y los animales que los acompañan, sus casas, sus ríos y todo cuanto la naturaleza les da.

Anécdotas y hechos del pasado son transmitidas de generación en generación, sus costumbres, juegos y competencias se dan cada cierto tiempo en fechas significativas señaladas por sus ancestros, muchos tenían la gran ventaja de haber viajado a ciudades más avanzadas de la costa y otras, hasta habían navegado en el “gran” Río llamado “mar” y eran asediados por los lugareños para que cuenten sus experiencias que generalmente las presentaban fantásticas e increíbles, pero siempre tenían una dosis de creatividad y fantasía que enervaba la imaginación de los lugareños, que enfrentados a la naturaleza, que no por ser tan agreste, no era dominada por estas gentes fuertes y capaces, con costumbres sanas con un espíritu de unidad y respeto a sus congéneres, capaces de efectuar jornadas agotadoras en extremo, dominando animales a su servicio con gran habilidad, y, desde muy temprana edad, cabalgando cual centauros en competencias, caseras, carreras, como equitación igual, acción efectuaban con sus armas de caza, hondas, trampas, machetes, hachas, cuchillos, hombres capaces de caminar horas, días, semanas y meses a pie, cubriendo grandes distancias a 4,000 mts de altura.


La vida transcurría así en un pueblo que se encontraba a 2000 metros de altura sobre el nivel del mar, en paz, sus habitantes no eran más allá de 1500 personas y así todos se trataban como si fueran una sola familia, los ríos, y valles altísimos, cerros cubiertos de vegetación no escondían nada para sus pobladores, hasta que un día llegan noticias de un pueblo invasor de Allende los mares que habían llegado a las costas del país, invadiendo sus ciudades, asesinando a todo aquel que les hiciera oposición, abusando de sus mujeres y saqueando todo cuanto algún valor tenía, esclavizando a todo aquel que encontraban separando a hijos y padres, apoderándose de toda propiedad, nombrando representantes para mejor dominar y esclavizar sus pueblos y aquel que no aceptara era eliminado, él y sus parientes, en las plazas públicas como escarmiento y muestra de dominio y esclavización y así lo entendieron muchos cobardes ciudadanos que se pusieron al servicio de estos invasores, desalmados criminales y ladrones.
Gente que venía huyendo de estos desalmados, llegaron a este pueblo, narraban todas estas atrocidades, crímenes y robos, alarmados todos los habitantes de esta pequeña ciudad se reunían en casas y lugares que antes habían servido para reuniones festivas comenzando a organizarse para no ser sorprendidos, poniendo vigías en lugares alejados para que avisaran en el caso aparecieran los invasores y evitar sorpresas.


Se acrecentaba cada día más las noticias de que venían invadiendo pueblo por pueblo, villorrio por villorrio, matando y llevándose presos a todo ciudadano que según ellos significara un peligro para ellos.


Es así como uno de los hijos predilectos de este pueblo llamado Goruchón en honor a su fundador quien se llamó Eustakio Gabón y muchos ciudadanos adoptaban el nombre de Eustakio y así se llamaba este hijo del lugar Eustakio Morobón Garqui, quien era un joven de 30 años, gran jinete, caminante incansable, ágil como un puma de más o menos 1.85 mts, capaz de grandes esfuerzos; había estado algún tiempo en las grandes ciudades así como había navegado en el gran río llamado “mar”; trabajó cerca de 5 años en unas minas a más de 4,000 mts de altura, un socavón de más de 2 mil metros de largo, con una serie de canales en todo su curso algunos llegaban hasta tener 500 mts de largo dicen, que, seguían así las vetas de mineral de oro y plata hasta que la consideraban agotada; por su tesón en el trabajo y su ascendencia sobre los demás trabajadores, lo nombraron “CAPATAZ” que significaba “Hombre de Confianza”, jefe absoluto de la obra, más aun cuando en las profundidades no había otra voz de mando que la suya, a pesar del cargo que ostentaba no dejaba de trabajar tan igual que cualquier minero, obrero, por lo que se había ganado el cariño y respeto de todos los trabajadores jefes y los dueños de la mina que la visitaban de vez en cuando. Era el encargado de los explosivos los que manejaba con maravillosa habilidad acertando siempre en la proporción y resultados deseados en los avances dentro de los socavones para extraer el mineral tan ambicionado, cuando tuvieron que cerrar las minas, así mismo, fue el último en abandonar la mina, sabía que quedaba en algún ramal de la mina en las profundidades toneladas de explosivos (dinamita), con cajones de detonadores y miles de metros de mechas especiales para ejecutar las explosiones; así como un sin número de herramientas (utensilios y maquinarías) asunto olvidado por Eustakio Morobón Garqui, quien conocía y hablaba una serie de dialectos de la región, lo que le permitía comunicarse con facilidad con la gente de diferentes lugares de altura; cada día que pasaba, no faltaba quienes pasaban por el pueblo huyendo del invasor sanguinario y cruel, dirigiéndose a las alturas buscando que refugiarse en las zonas más agrestes y boscosas prefiriendo poner en peligro sus vidas antes que caer en manos de los asesinos agresores, en este pueblo nunca faltó un plato caliente para que los viajeros recuperaran sus energías.


En una reunión donde participaban los más viejos de la comunidad, así como los jóvenes, acordaron defender su pueblo y cuidar de su gente, quedarían solamente los hombres de buenas condiciones físicas y dispuestos a realizar diariamente esfuerzos físicos como lucha y manejo de ondas, lanzas y cuchillos, encomendando a Eustakio buscar un lugar a mas de 4000 metros de altura a fin de acondicionarlo para que las familias, mujeres, niños y niñas se trasladaran a él, y, así parten 50 hombres con Eustakio a la cabeza no sin antes disponer para que en forma rotativa se hicieran guardia de avanzada permanente. Llegando al lugar señalado para el traslado del pueblo, vieron que era necesario cerrar algunos pasos dejando solo una entrada a la zona, agua había ya que pasaba un riachuelo por allí la zona estaba rodeada de altísimos cerros donde pululaban animales propios del lugar que brindarían carne en abundancia para el pueblo.

Esa noche Eustakio caminó hasta la mina abandonada regresando al medio día con un cargamento en la espalda llamado “Kipe” con mas de 150 kilos de dinamita en cartuchos, mechas y casquillos con diez hombres se dirigió a las faldas de un elevadísimo cerro que constituían una “V” dejando un paso fácil para cualquier ser humano o animal y podrían llegar y atacar el lugar por lo que fue distribuyendo su gente, casi al llegar a la cumbres de los cerros 150 mts de la sima colocando los explosivos a casi 50 metros de distancia, formando un cordón de más de 250 metros pasando luego al frente, efectuando el mismo trabajo, colocando una mecha que unía a todos los explosivos (10), luego provocó la explosión derrumbando grandes cantidades de piedras, rocas, tierra, rellenando el paso, convirtiéndolo en inaccesible para cualquier ser, tendrían que usar necesariamente las faldas de los cerros que eran muy agrestes y ningún caballo podría pasar.


Cuando regresaron al campamento ya habían construido algunas chozas amplías y así se quedaron 5 días más hasta que consideraron que era suficiente para albergar a las familias que vendrían llegando al pueblo de Moruchon, con la buena nueva que todo estaba listo para acoger a toda la gente del pueblo de Garuchon – poniéndole por nombre Garuchon II, comunicando a todos que estaba listo el lugar donde se trasladarían las mujeres y niños, así como los ancianos, quedándose solamente en Goruchón, los hombres y los jóvenes preparándose físicamente para defender su pueblo y la vida de sus habitantes proponiendo Eustakio Morobón Garqui que partiría con dos más llamados Eustakio Goron Tarqui y Eustakio, todos amigos de siempre para informarse y conocer a los invasores de su país que venían asesinando a todo ciudadano que se les cruzará, sean hombres, mujeres, niños y así partieron en cuanto llegó la noche por caminos difíciles que solo ellos conocían, llegando en la madrugada hasta cerca de un pueblito provinciano cercano, a la gran ciudad de Cotongo, tenían conocimiento que estaban los invasores criminales.


Esperaron ocultos todo el día y en la noche llegaron al pueblito en mención ingresaron uno por uno por distintas vías para encontrarse en la iglesia pequeña que existía, como sino se conocieran, vestidos como estaban con ropas viejas y sucias hablando en un dialecto muy poco conocido, se sentaron sobre algunas piedras grandes que estaban diseminadas frente a la iglesia, tenían conocimiento que la gente del lugar se reunía donde ellos estaban pero nadie llegaba, vieron a unos 50 metros una casita cuya luz rompía la oscuridad, se fueron acercando a ella y resultó ser un pequeño negocio con unas mesitas y banquitas de madera vendían licor y víveres, Eustakio se acercó al mostrador y salió una señora y le preguntó que hacía por ahí, que en la mañana había pasado una patrulla de soldados invasores y se habían llevado a los jóvenes amarrados y que habían matado a dos hombres y 3 mujeres a balazos por defenderlos.


Todos los soldados andaban a caballo bien armados y uniformados eran columnas de 20 a 30 soldados que habían escuchado que al otro día subirían a las alturas que estaban acampados a 500 metros del pueblo, que se habían llevado todos los animales, ni los huevos de las gallinas habían dejado, que muchos pobladores habían ido a las alturas y que contaban con una guía del lugar, que ya se habían rendido algunos pueblos, sobretodo los mas cobardes eran los más ricos que en los enfrentamientos habían matado a miles de jóvenes, hombres y mujeres además abusaban de las mujeres, que en los barcos se llevaban todo, desde una cucharita de té, hasta maquinas de cocer, las ciudades las incendiaban; con todas estas informaciones, los Eustakios acordaron retirarse a su lugar de origen, e iban pensando como defenderían a su pueblo, acordaron desviar la columna enemiga llamando su atención y tomaron el camino más corto para llegar a la mina abandonada y sacar la dinamita, así lo hicieron, amaneciendo ingresaron a la mina los tres, salieron cargando una buena cantidad de explosivos, caminaron en línea recta hacia el sur alejándose de su pueblo; Eustakio le dijo a Goron Tarqui que enterrara en ese lugar la dinamita que él portaba y que se fuera al pueblo a comunicar todo lo que sabían y que subieran a las alturas y no se dejaran ver, que llevaran todas las armas que pudieran, que regresaran con mucho cuidado con 50 hombres hasta el cerro “colorado” que iban a escuchar explosiones, pero que no se preocuparan que era para llamar la atención de la columna enemiga y se desviaran para que no llegaran al pueblo, salieron del pueblo Gorontarki y los 50 hombres para darle el alcance a Eustakio Morobon, sintieron a la distancia una explosión, apuraron el paso para subir a las cumbres y luego de dirigirse a “cerro colorado” al atardecer llegaron todo el grupo al “cerro colorado” y ya Eustakio Morobón había sembrado los cartuchos en una profunda garganta que era un paso obligado para llegar a cerro colorado a caballo enterándose por los recién llegados que habían divisado desde las alturas una columna de jinetes que debían acampar cerca del lugar en que estaban. Por lo que mandaron dos vigías a las 5 am. Despertó a todos una explosión que Eustakio Morobón había provocado para llamar la atención de los invasores, ya el cañón donde tendrían que pasar a caballo los invasores estaba totalmente minado ordenando a 3 hombres que fueran al cerro “azul” que en el gran peñasco había dejado una carga de dinamita que dentro de una hora debían hacerla explotar para que el enemigo no sospechara nada y pensara que se trataba de una mina y se imaginen que era de oro y así fue; a la hora se sintió la explosión en el “cerro azul “ y a la media hora vieron que se acercaba al cañón, la columna apresurando el paso cuando, toda la columna estaba dentro el cañón se ejecutaron las explosiones sucesivas, las piedras y rocas cubrieron a todos los jinetes sin quedar ni un sobreviviente, se quedaron observando unos minutos y enseguida Eustakio Morobón ordenó a sus hombres que rescataran todo el armamento posible, ropas, aparejos, sables, cuchillos y así lo hicieron llevando todo a la vieja mina no sin antes efectuar otras explosiones que terminarían cubriendo a la columna con miles de toneladas de tierra y rocas llegaron estas y otras noticias a la jefatura; de estos malandrines invasores, enfureciendo a estas fieras, ordenando a sus ejércitos matar a estos ruines enemigos que se atrevían enfrentar el poder de sus ejércitos, sin considerar que ellos eran los malditos asesinos invasores de un país pacífico que solo aspiraba a trabajar.


Es así como sale una serie de columnas de soldados a invadir los pueblos aledaños en las alturas, enterado Eustakio Morobón Garqui de las nuevas disposiciones del mando del ejército invasor, reunió a sus hombres de más confianza y elaboraron un plan con la participación de todos los hombres, sólo tendrían un numero que portarían para identificarse por números y formarían grupos de 20 hombres todos armados con lanzas, flechas, hondas y cuanta arma pudieran usar contra el enemigo.


Tenían que subir mucho más y ubicar un campamento donde el enemigo no podría llegar a caballo. Tratar de conseguir toda arma posible en los pueblos aledaños y recordarles que subieran a las alturas, día a día llegaban voluntarios a unirse a ellos, muchos llegaban con armas de caza, que serían muy útiles aunque fuera para sorprender al enemigo de 50 hombres, ya eran cerca de 300 hombres, ya faltaba la comida, crearon grupos de cazadores que salían a diario a cazar siempre a las alturas para evitar ser sorprendidos por los invasores.


Es así que se enteran que una columna enemiga se dirigía a un pueblo que se encontraba a un día de camino de donde estaban y así deciden partir 100 hombres hacía dicho pueblo yendo a la cabeza Eustakio Morobón Garqui Y Eustakio Goron Tarki.


Encargando el traslado del campamento a Eustakio Toron Marqui a una zona llamada “estancia verde” donde se iniciaban unas extensas pampas heladas.


Y es así como parten estos cien hombres sin nombres, sólo con número del 1 al 100 y en el camino van volando cuanto puente encontraban cerrado el paso de jinetes a caballo llegando al pueblo al que sabían se dirigían las huestes invasoras tomando contacto con los lugareños.


Se informaron que existiría un paso obligado al costado de un elevado cerro lleno de vegetación llamado Toro Viejo, es así como deciden trasladarse a dicho cerro, observando la altura y la inmensa cantidad de rocas, deciden ahorrar explosivos, sobretodo evitarían que vengan otras columnas de enemigos al escuchar las explosiones que sabían estarían cerca, según sabían tenían órdenes de subir a las alturas a exterminarlos por lo que prepararon algunos cartuchos por si fuera necesario usarlos.


Manda algunos hombres a ver si podían ubicar el campamento de estos facinerosos los emisarios regresaron a medianoche e informaron que estarían a 2 horas de donde se encontraban, sabiendo que llegarían de día Eustakio Morobón Garqui ordena ocultar todo lo que tenga brillo y que las armas se forren con lana y ordenó, mover toda piedra, toda roca, trabajo que realizaron en toda la noche en más de 500 metros de largo, la señal la darían con una corneta de cacho, como a las 11 am aparecieron a la distancia los invasores a caballo llevando delante de ellos como a 30 lugareños cargando bultos en sus hombros y cual esclavos atados unos a otros por el cuello, la suerte era que habían escogido la línea de ataque lo suficientemente larga para salvar a los lugareños y así fue una vez que el último jinete de la columna había avanzado 50 mts hacía adelante, comenzaron a rodar la piedra y rocas que bajaban cada vez con más velocidad hasta caer sobre estos soldados invasores, salvándose todos los prisioneros y los bultos que cargaban, para esto ya en la noche se había mandado un emisario para que una columna de 100 hombres vinieran previniendo que alguna otra columna estuviera cerca. De inmediato se repartieron todo cuanto armamento había, los treinta prisioneros se unieron a los hombres de Eustakio Morobón Tarki, no sin antes reconocer su mando y jurarle lealtad; llegó un emisario informando que la columna que venía se había topado con otra columna enemiga a 2 kms más o menos y siguiendo la táctica acordada los estaban distrayendo haciéndolos que suban y suban tras ellos evitando se acerquen y les disparen arrojándoles cuanta piedra, rocas y usando sus ondas, cuando llegaron al lugar todos los jinetes estaban a pie tratando de alcanzar a los lugareños quienes se cuidaban de los disparos, corrían, siempre hacía las alturas, igual que la otra columna eliminada ésta tenía 20 hombres amarrados del cuello portadores de bultos, estaban junto a los caballos y sólo 2 soldados estaban vigilándolos, con dos sendos hondazos los eliminaron, ya que no percibieron su llegada, estaban atentos a la persecución desatada por los invasores, se repartieron, las armas prontamente, Eustakio Morobón Garqui, por si se acercaba alguna otra columna de enemigos tanto a la derecha como a la izquierda, ordenó que se ubicaran los vigía a no más de 500 metros del lugar de los acontecimientos, tanto a los costados como hacia atrás.


Hicieron un círculo y los rodearon ordenando no atacarlos frontalmente, le preocupaba la supervivencia de su gente que muchos sabía no tenían experiencia en estas lides.


Es así como ordena a su gente abrir el círculo abajo y que los de arriba suelten algunas piedras y rocas, efectuando algunos disparos con las armas capturadas, lo que amedrentó a los viles invasores, que se sentían perdidos y gritaban que se “rendían” ordenándoles que bajaran de uno en uno, si no los matarían, y así lo hicieron los muy cobardes y asesinos. Eustakio Morobón Garqui quería enviarle un mensaje al mismísimo jefe de las fuerzas invasoras y advertirle que él no tomaría esclavos y que se fueran a su país, sino los mataría a todos y todo el que había abusado de alguna mujer sería ajusticiado que todo ciudadano estaba prohibido de brindarles ninguna atención y menos alimentos.


Y así lo hizo, preguntó por el jefe del grupo, eran once los sobrevivientes, todos señalaron a un sargento, un tipo mal encarado y le preguntó: “tú te has rendido”. No respondió. Ordenó: “¡ahórquenlo!” Gritando desaforadamente “¡que si! ¡que sí se rendía!”, soltando un llanto lastimero, “ustedes”, dirigiéndose a los soldados enemigos, “tienen este por jefe, alguno de ustedes lo quiere matar”; un soldado dijo: “yo, pero luego me matan ustedes o me dejan que me suicide”. “No”, dijo Eustakio Morobón Garqui, “en su base harán lo que quieran, pero no olviden darle mi mensaje a sus jefes, que regresen a sus pueblos, si no yo y mi gente iremos a él, lo invadiremos. Pero antes le daremos muerte a todos ustedes”. Ordenó amarrarlos, tal como ellos traían a los lugareños y les dijo: “no intenten desatarse, mi gente los vigilará constantemente y el que se desate morirá”.


Y así en fila comenzaron a caminar de regreso, después de caminar cinco horas se encontraron con una de las columnas que venían del cuartel general con numerosos soldados y pertrechos.


Eustakio Morobón Garqui tenía su plan hecho en su mente, consultado con sus hombres de confianza, uno era alejar a los invasores de su pueblo y de los demás pueblos y otro era hacerlos llegar a las alturas para enfrentarlos y empujarlos a las pampas heladas, ya que su gente estaba habituada a este clima frío y lluvioso.


Recordó que cerca existía una mina que sabía que estaba abandonada como todas las del país, porque la invasión había provocado pánico. Mandó cincuenta hombres armados a traer todo cuanto encontraran útil para enfrentar al enemigo y sobretodo explosivos y herramientas, decidiendo subir hasta el nuevo campamento donde esperaría a los hombres que había enviado a la mina llamada “La Encantada”.


Estando ya en la base llegaron los hombres que fueron a la mina “La encantada” cargados de explosivos a más no poder, informando que en la mina existían grandes cantidades de explosivos y herramientas.


Ya su nombre y sus hazañas eran conocidos en todos los pueblos y era la esperanza de libertad que todos tenían, ya que el ejército y los ciudadanos notables habían arreado banderas y el saqueo y los abusos continuaban. Eustakio Morobón Garqui nombró a su ejército libertador de su patria y traidores a todos los que no lo apoyaran y debían llevar a las alturas todo animal que sirviera de alimento, guardándolos en las alturas para alimentarse en el futuro, de tal manera que cuando el invasor llegara no encontrara alimento alguno y así lo cumplieron la gran mayoría de ciudades de la zona y ya muchos se habían trasladado a 4000 metros y más.


Todos los hombres de Eustakio Morobón Garqui sabían manejar las ondas y el cuchillo con una precisión inaudita así como todo tipo de herramientas, las habían convertido en armas letales, como la lampa, que era una lanza pesada y efectiva como mazo; las barretas en lanzas; les picos los habían cambiado de mango poniéndoles unos más largos que les permitían “barrer” al enemigo, así decían ellos, o les servían para lanzarlos a gran distancia, los cuchillos eran usados por todos aprendiendo la lucha cuerpo a cuerpo, flechas, dardos, macanas y armas que manejaban con gran destreza.


Pero Morobón sabía que en un terreno plano a todo esto era superior las armas del invasor, planificó llegar a la parte baja, entrar a la ciudad y raptar al general y a todos los jefes que pudieran, pero para ello tenían que provocar un enfrentamiento a 5 kilómetros de las bases enemigas, y darles la seguridad que el mismo Morobón y todos sus hombres “rebeldes” como ellos los llamaban estaban ahí, y mandaría otra columna al territorio del invasor agarrándolos por sorpresa y capturarían cuanta autoridad pudieran, vestirían los uniformes capturados, calculaba que ambas columnas se demorarían no más de quince días en ir y regresar, ordenando al grueso de su ejército descender hasta cierta altura y otro grupo muy regular fuera a esperar la otra columna, todos llevarían por lo menos un cartucho de dinamita y todas sus armas.


Enterados de que existía una base de los invasores, en un pueblo llamado Choscon, decide Eustakio Gabón Garqui, bajar a casi 800 metros hasta Choscon para ver si podía apoderarse de las armas que tenía el enemigo, decide hablar con sus hombres y les dice de la oportunidad que tenían de conseguir armas y municiones y que hasta ahora habían preferido evitar exponer a todos a enfrentamientos directos, pero tenía conocimiento que día a día llegaban más soldados del país invasor y así se proponía a buscar más armas y municiones, ya que habían crecido en número y las armas que tenían eran muy efectivas en las alturas, cuando atacaban pequeños grupos, pero en cualquier momento podrían atacarlos con todo su ejercito el invasor y no podrían enfrentarlos por falta de armamento. Todos acuerdan correr el riesgo y bajar por grupos de no más de 20 hombres a 1 hora de distancia cada uno y por diferentes caminos, destruyendo todo puente que encontraran, obstruyendo todo paso posible a los caballos del enemigo y si a su paso por los caseríos o pueblitos había voluntarios los mandasen a unirse a la línea de contención que formarían 300 soldados de Eustakio Morobón a 2000 metros de altura esperando en una línea de 20 km, formando grupos de 60 hombres. Y así luego de acordar los caminos que seguirían; partió el primer grupo y con otros fueron a ocupar sus posiciones para iniciar el descenso conforme lo acordado viajando sólo de noche llegaron al segundo día a las cercanías de Choscon recibiendo en el camino una serie de informaciones de los abusos y atrocidades que venían cometido los invasores en Choscon pero que habían quedado muy pocos soldados al cuidado de la base y que el grueso de la tropa enemiga, se había internado en las alturas en busca de los rebeldes. Sólo quedaron 30 soldados al mando de un capitán, estando reunido a 30 minutos de la base sólo el grupo comandado por Eustakio Morobón Tarqui atacarían y los otros quedarían a 10 minutos del objetivo ya que se necesitarían hombres para cargar las armas y municiones que suponían eran numerosas.


Y así acostumbrados como estaban a caminar sigilosos llegaron al objetivo, unos con ondas, otros con flechas, fueron eliminando a los vigías hasta llegar a tomar presos sólo a 6 hombres sobrevivientes. Se encontraron con un arsenal tremendo, por lo que ordenadamente comenzaron a preparar los bultos a transportar mandando llamar a las otras columnas mientras otros salían cargados, iban llegando los otros, mandó llamar a 100 hombres de la línea de contención ya que lo encontrado superaba las expectativas.


Y así al rayar el día se encontraban cobijados, descansando, solo viajaban de noche, ya los prisioneros iban por delante a la base principal resguardados por 20 hombres de Morobón.


Al tercer día llegaron todos a la base principal sin ningún tropiezo, de inmediato ordenó Morobón que fueran 30 hombres bien armados y con buena cantidad de dinamita hacía el norte para que hicieran el mayor ruido posible, tumbando puentes, cerrando caminos a pura dinamita, todo debía ser en el menor tiempo posible y de inmediato debían regresar a la base por mayor altura posible para que no fueran seguidos.


Mientras sucedía todo esto llegaron los hombres que habían transmontado la cordillera y tenían 5 prisioneros, todos eran autoridades en el país invasor, la línea de apoyo había eliminado a todos los perseguidores. Enseguida todos comenzaron a entrenar contando ya, Morobón con más de 600 hombres bien armados y 900 hombres con armas rudimentarias y por lo menos con un cartucho de dinamita cada uno, esto le daba cierta confianza a Morobón que siempre disponía de vigías a diferentes puntos y diferentes alturas sabiendo que cualquier ataque por sorpresa podría perjudicarlo tremendamente.


Morobón y su gente de confianza consideraban que unos 20 ó 30 días tendrían a sus hombres preparados para cualquier enfrentamiento, pero temían que el enemigo llegara antes, así que ordenó que la mitad practicara en las mañanas y la otra mitad en las tardes para siempre tener gente fresca.


Pasaron 30 días y los invasores no aparecían, tuvo noticias que los facinerosos habían preferido dirigirse a los diferentes poblados evitando las zonas donde estaban los rebeldes, según ellos consideraban enterados que los invasores habían ocupado el pueblo de Cuchomon con más de 400 soldados a caballo, Morobón decide ir a liberar Cuchomon parte con 600 hombres llegando a las cercanías del pueblo, al quinto día, fue informado de la ubicación de los soldados que al día siguiente partirían a ocupar otro pueblo, los invasores a modo de despedida habían organizado un zafarrancho mandando traer del pueblo trago y mujeres usando la fuerza y la violencia, lo que más encolerizó a los hombres de Morobón haciendo cambiar sus planes de ataque ya que pensaban hacerlo de día, esa misma noche atacarían dando tiempo a que esta gente se emborrachara, a la distancia se veían diferentes fogatas en el campamento de invasores, lo que hacía suponer que estaban divididos por lo que Morobón decidió dividir su gente en tantas fogatas como se distinguían y formar un grupo de 30 hombres que se encargarían de espantar y dispersar los caballos empleando en el inicio sólo armas silenciosas hasta que se escucharan las explosiones para asustar a los caballos y así sucedió, en enfrentamiento cruento, cuerpo a cuerpo y sin piedad para nadie, llegando el alba y los invasores habían sido eliminados al ser sorprendidos borrachos y distraídos; sólo quedaban 30 sobrevivientes que según Morobón los necesitaba como mensajeros la pérdida de los patriotas defensores de la nación fueron sólo 20 hombres que Morobón consideraba penoso y lamentable rindiéndoles homenaje a la hora de enterrarlos dirigiéndose a sus hombres y al pueblo en general dijo: todo hombre, toda mujer ennoblece su alma al defender hasta con su vida la herencia dejada por sus ancestros y que la patria la constituimos todos, derrotaremos al invasor y si es necesario lo invadiremos, que Dios nos perdonará porque sabe que nosotros no hemos provocado a nadie y solo queremos vivir en paz con todos los hombres de este mundo. Partiendo de madrugada en línea recta ascendieron a la sima de la cadena de cerros que rodeaba el poblado de Cuchomon donde acamparon esperando la noche, Morobón decidió enviar mensajeros a diferentes poblados con la finalidad de informar a los pobladores de la existencia de este ejército de liberación nacional y pedir que todo ciudadano que quisiera libremente podría sumarse a estas fuerzas de liberación nacional. Esa noche Eustakio Morobón ordenó que se formaran 6 grupos de avanzada para que fueran delante del grueso de la tropa a 2 km de distancia uno de otro formando un abanico y siempre hacía el sur llegando a las cercanías de Arcantay, ciudad de numerosos habitantes conquistada por estos invasores apoderándose de todo cuanto valor tenían. Un numeroso ejercito dominaba la ciudad por lo que Morobón y sus hombres decidieron rodearla para llegar a Arcanton, ciudad fronteriza con el país de los invasores donde paradójicamente era poca numerosa la tropa que dominaba la ciudad, decidiendo atacar no desde el sur sino desde el norte, como si vivieran del territorio de los invasores disfrazados con los uniformes que le habían quitado a los invasores en Cuchomon y solo una pequeña fuerza atacaría desde el sur.


Cuando los soldados vieron a la distancia venir el ejercito de Morobón bien uniformados y con armamento propio del ejército invasor, pensaron que venían a reemplazarlos para tomarse un descanso en sus pueblos de origen todo esto sucedía casi a las 6:00 p.m. entre claro y oscuro conociendo ya los soldados de Morobón la ubicación de los soldados invasores quien había dispuesto que un grupo de 20 soldados crearon un laberinto en el ingreso a la ciudad por zona sur y así los invasores estuvieron atentos a esa zona y el grueso del ejercito de liberación pudieran llegar al cuartel general de los invasores.

La consigna era que una vez se iniciara la batalla todos los soldados del ejército de liberación se quitaran las casacas o las polacas como las llamaban para evitar confusiones.


Todo coincidió de tal forma que a paso ligero llegaron al cuartel general, les abrieron las puertas, ingresaron a un gran patio y, ya se escuchaba los disparos y explosiones a la distancia, una vez dentro, cerca de 300 soldados todos sacaban un cartucho de dinamita cada uno prendiéndolo y tirándolos sobre las construcciones armando sus bayonetas y atacando a diestra y siniestra; en 30 minutos, todo el edificio estaba tomado y tanto el norte como del sur avanzaba el ejercito de liberación.


Todos los soldados del ejército de liberación salieron del cuartel y se dividieron en dos grupos, unos avanzarían al norte y otros al sur sorprendiendo al enemigo entre dos fuegos. A las 10 de la noche la ciudad había sido liberada sabían que las fuerzas que ocupaban Arcantay ya tenían conocimiento de la liberación de Arcanton pero Morobón sabía que de noche no abandonarían la ciudad de Arcantay y procedieron, enseguida a rearmar el ejército y recibir a más de 500 hombres dispuestos a pelear, muchos eran soldados de la nación dispuestos a morir por su patria, Morobón ordenó a su gente cargar todo el armamento, tomar los caballos y cargarlos para trasladarse de regreso a las alturas de Cuchamon donde tenían decidido tener su base de operaciones en las pampas Jucinon, siempre pegados a los cerros ocupando las alturas.


Llegando al 5º día a las pampas Jucinon, organizó un escuadrón de caballería, 500 caballos escogiendo sus mejore soldados entrenados para pelear a pie y a caballo.


Tenía un ejército de 5000 soldados a pie, bien armados y preparados, en las ciudades donde llegaban los invasores la gente ya no los recibía preferían regresar cuando éstos se retiraban, no les dejaban alimento alguno, todo se llevaban donde iban y lo que dejaban, eran enterrado para que el enemigo no se alimentara ni se llevara nada, ya había una reacción general en todo el país y la fe nacía en base a las acciones que venía efectuando Eustakio Morobón Garqui y su ejército y no faltaban acciones aisladas de pequeños grupos que emboscaban, mataban y acuchillaban a soldados invasores, en muchos casos luego de una borrachera lujuriosa y gratuita y así iban minando la disciplina del invasor.


El ejercito de Eustakio Morobón Garqui estaba actuando casi en una línea recta desde los 3000 metros de altura en todo lo largo del país, zona bastante accidentada a donde sólo se podía llegar a pie ya que todos los caminos estaban obstruidos y los puentes estratégicamente habían sido derruidos, ya contaban con una inmensa caballería, armas, municiones y hasta cañones de poco alcance, pero efectivos, por lo que teniendo conocimiento que las principales fuerzas enemigas estaba acantonadas casi al centro de la capital en un área de varias hectáreas, que fue anteriormente base del ejército nacional estableciendo de acuerdo con sus hombres a cargo del mando un plan de acción para sorprender a los invasores en su propia base principal para lo cual mandaron a Eustakio Goron Tarqui venir desde la zona norte efectuando todo tipo de acciones y acrecentando el número de hombres y señalando que el propio Eustakio Morobón Garqui, estaba al mando de estas fuerzas que venían desde el norte a tomar la capital.


La estrategia era que luego de provocar un escándalo, las fuerzas que venían por el norte como las que venían por el sur se quedaran con un mínimo de hombres para efectuar el ataque por el centro en cuanto tuvieran la seguridad que el ejércitos invasor dividiera su ejército para hacerles frente, es así como los ejercito que venían por el sur y el norte, acantarían a más o menos 50 km de la capital con la consigna de cuidar la retirada oportuna hacía las alturas, contando con una línea de hombres y mujeres que esperarían a cierta altura para distraer a los ejércitos enemigos si efectuaban una persecución.


Enterados los jefes militares de las accione de los “Rebeldes” como ellos los llamaban y la pérdida de dominio en diferentes pueblos del sur y el norte, se enfurecieron a tal punto que ordenaron a sus capitanes a reunirse en la Comandancia a media noche y dispusieron que se organizaran y distribuyeran los ejércitos del norte y el sur para que atacaran a los rebeldes, y querían a Morobón Garqui “vivo” para matarlo en la principal plaza de la ciudad como escarmiento y así partieron 1000 soldados al sur y 1000 soldados al norte quedando en la base 800 hombres, muchos de gran rango, enterado Morobón de la marcha de estos soldados, decidió avanzar a partir de las 12 pm de la noche desde Cuchomon para atacar en la madrugada por todos los flancos recomendando a sus soldados ser sigilosos, hasta penetrar en la ciudad y tomar la base, apresar a cuanto jefe de rango pudieran, y se retirasen en forma organizada no sin antes volar el polvorín, y cuanto camino encontraran, capturar el armamento cargándolos en los caballos que encontraran, debiendo ser una acción rápida, sin demora.


Y así fue efectuada para sorpresa de todos, jóvenes, casi niños y adultos, participaban real y efectivamente en el ataque y como no existían paredes ni obstáculo alguno, el ataque fue fulminante, consiguiendo los objetivos planeados con bastante facilidad, los hombres de Morobón Garqui salieron victoriosos.


Cuando una dama llamada Luz González Sánchez, buscaba a Morobón Garqui vestida cual soldado, armada con fusil y pistola al cinto de una belleza sin igual impresionante, la llevaban custodiada por los soldados de Morobón hasta la base principal demostrando una gran fortaleza física y decisión. La presentaron ante Morobón Garqui presentándose como una patriota dispuesta a dar la vida por su patria, refiriendo que era hija de José González, terrateniente de una de las haciendas más grandes del norte, quien fuera asesinado por los invasores en un enfrentamiento con los invasores al negarse a colaborar con ellos y enfrentarse con un pequeño ejército formado con sus hombres siendo eliminados por el enemigo, pudiendo ella huir y permanecer oculta refiriendo que había estudiado leyes y filosofía en Europa, estudiosa de la historia griega y romana ofreciéndose como soldado para estar en el frente ya que conocía el manejo de las armas.


Morobón Garqui miró impresionado por su porte, entre otras cosas le propuso si podía encargarse de organizar a las mujeres que estuvieran dispuestas a defender su patria con las armas preparadas para enfrentar al enemigo, pensando para sí que podía contar con una fuerza auxiliar en caso de emergencia y así la presentó ante su comando para que le dieran el apoyo y facilidades para que cumpliera con el encargo que se le estaba dando.
Pasó una semana y cerca de 200 mujeres cambiaron las polleras y vestidos por pantalones y botas, entrenaban largas horas en defensa personal y ejercicios propio de los guerreros, y el manejo de armas. Al principio muchos se burlaban del accionar de las mujeres pero, comenzaron a demostrar destreza sorprendiendo al mismo Morobón Garqui haciéndola venir a Luz Gonzales Sánchez para felicitarla por los avances que venían demostrando las mujeres a su mando, Luz dijo a Morobón que necesitaba hacer prácticas de tiro, Morobón le dijo que era muy peligroso por el ruido, ella le sugirió construir una fosa que sería cubierto con los cueros de las reces y carneros silenciando el ruido y así las mujeres se acostumbrarían a disparar y luego serían francotiradores que apoyarían a los ejércitos en las batallas, comprometiéndose ella y sus mujeres a construir el foso sin ocupar a los hombres, a lo que accedió Morobón Garqui admirando su belleza y continuaron conversando por más de dos horas, cosa muy rara en Morobón Garqui que era un hombre de pocas palabras.


Pasaron los días y Morobón Garqui y su gente se enteraron que los invasores habían trasladado su base a un antiguo fuerte cerca al mar y que habían llegado soldados en un número indeterminado y que todos los jefes fueron reemplazados por otros que preparaban una cacería total, pero que la naturaleza no les permitía ir más allá de los 2000 metros de altura, los pueblos liberados tenían nuevas autoridades, impuestas por los invasores, las autoridades que Garqui nombró y los pobladores había huido a las alturas donde el enemigo no se atrevía a atacarlos. Luz Gonzales Sánchez, conocedora de estos últimos acontecimientos le pidió a Morobón Garqui una reunión a la que gustoso accedió, sugiriéndole Luz que se enviara una carta al gobierno del país invasor enumerando las atrocidades que venían cometiendo los soldados invasores y la decisión de invadir su país si no se retiraban, informándoles que sabían que sus mayores fuerzas se encontraban en los territorios invadidos y sabían que su pueblo estaba pasando hambre, dándole un plazo de 30 días a partir de la fecha de la carta, de lo contrario atacarían a su país.

Enviando esta carta con uno de los capturados en su pueblo a quien custodiaría un grupo de los hombres de Garqui hasta llegar a la frontera y así se realizó. Enterados que desde la base principal, venían 500 hombres invasores a reforzar la base de Arcantay, 3000 hombres y 100 francotiradoras partieron para interceptar a las tropas enemigas, escogiendo el lugar preciso donde los atacarían siendo escogida una zona de elevaciones y vegetación tupida a 50 km en Arcantay llegando dos horas antes que los invasores minaran el lugar, para hacer explotar la dinamita en el momento que pasaran estos en diferentes puntos para sembrar zozobra y atacar en ese momento quedando sólo 1000 hombres, el resto iría a tomar Arcantay ya que el fin era tomar Arcantay , liberar toda la zona y así lo hicieron prolongando el ataque para que el enemigo tuviera tiempo de pedir ayuda, vieron partir a tres mensajeros raudos a caballo y así iban prolongando el ataque final, Morobón y sus hombres esperaron que salieran a ayudar a los hombres que estaban siendo atacados, cuando desde el punto de observación vieron salir dos columnas con por lo menos mil hombres, entre jinetes y soldados, presurosos esperando un tiempo prudencial, una columna de quinientos hombres uniformados como si fueran invasores, ingresaron a Arcantay, llegando al cuartel general, les abrieron las puertas pensando que se trataba de las tropas que habían salido. En dos horas, Arcantay estaba tomada, los pocos que quedaron con vida fueron sumariamente fusilados, llegaron los mensajeros informando que el enemigo había sido totalmente vencido y que venían a Arcantay con doscientos prisioneros que se habían rendido.

Recibiendo felicitaciones las francotiradoras que habían debilitado al enemigo desde la distancia, con tiros certeros, causando terror entre sus filas, siendo diezmados con facilidad aun en plena batalla, los francotiradores desde sus posiciones iban eliminando enemigos y así una de las bases más fuertes cayó en manos de los “rebeldes” como los llamaba el enemigo.

Los pueblos de la región se levantaron todos y mandaron a Arcantay comunicaciones que estaban dispuestos a luchar hasta morir si era necesario, reconociendo a Morobón como único jefe general de todo el país, mandando hombres a caballo para engrosar la caballería, alimentos y animales vivos para alimentar el ejército y dispuestos a invadir el país enemigo, como sabían ya Morobón los había amenazado, en todo el país surgieron reacciones violentas, expulsando al invasor.

Aconsejado por Luz Gonzales Sánchez, Morobón formuló un acta de liberación de todo el país, acordando que todo invasor debía ser ejecutado donde estuviera, en el acto, a partir de las 72 horas que se leyera la proclama en toda ciudad, pueblo o villorrio y que todo traidor sufriera la misma pena y así se propagó por todo el territorio. Todo esto llegó a oídos del gobierno del país invasor que ordenó el inmediato retiro de sus tropas, presionado por su propio pueblo que perdió credibilidad en su ejército, armándose revueltas en todo su territorio, padres y madres pedían el retorno de sus hijos, muchos muertos ya, por lo que comenzaron a repudiar a su ejército y su gobierno.

Los generales invasores, desesperados ordenaron a sus tropas salir a combatir, obligándolos a ir a las alturas a buscar al enemigo, llegando a las pampas de Arcantay donde el ejército de Morobón los esperaba, el frío y el hambre ya había hecho mella en el ánimo del ejército invasor.

Morobón se reunió con todo su estado mayor constituido por Eustakio Goron Tarqui,, Eustaquio Goron Marqui, Luz Gonzales Sánchez, y Eustakio Morobón Garqui quien era el jefe Supremo de las Fuerzas de Liberación Nacional reconocido por todos los habitantes del país invadido tomando el acuerdo de enfrentar al enemigo que sabían venían buscando que eliminarlo le mandaron una nota al jefe invasor comunicando que se retire con sus tropas a su país de origen, salvando así las vidas de sus soldados y, que estaban dispuestos a enfrentarlos en las pampas de Cuchomon y que si insistían los eliminarían e invadirían su país en una época de lluvias, mes de febrero 17 del año 1,679 llegaron las tropas invasora a las pampas de Cuchimon con 1,000 soldados a caballo y 5,000 solados de infantería acampando en las faldas de los cerros “Silbador” y “Mojado” llamado así por sus características ya que en uno el viento podía silbar día y noche y el otro acumulaba humedad en toda época del año; lo que no sabía el enemigo era que dichos cerros ya habían sido trabajados por las fuerzas de Morobón y su ejército estaban acantonados en una base de cadenas de cerros bajos de una vegetación tupida “casi” montañosa que les permitía no mostrar todo su ejército, así como preparar todas sus estrategias de defensa y ataque, mientras tanto el enemigo invasor pensaba que serían fácilmente vencidos y estaban pensando en invadir su país cruzando la cordillera que los separaba por lo que mandaron a vigilar desde diferentes puntos los movimientos de los libertadores de su nación como los llamaba, su pueblo.

Esa noche de espera, que hacía presagiar un día de cruento enfrentamiento, las tropas durmieron a la intemperie con fogatas, para darse calor aconsejaron a Morobón descansar por que debía estar en perfecto estado físico, al día siguiente escogiendo para tal fin un lugar cerca al campamento rodeado por las francotiradoras a donde no llegarían nadie, siendo Luz Gonzales Sánchez quien estaría a cargo de este grupo de seguridad, acompañando a Morobón a ingresar al cobertizo preparado para este fin; al querer retirarse Luz, Morobón le sugirió que se quedara un momento a lo que ella accedió, refiriéndole Morobón que al día siguiente sería determinante para la liberación del país y que luego tendrían un trabajo patriótico, para la reconstrucción y organización de sus pueblos pidiéndole que si le pasaba algo, ella debía continuar al frente como jefe de la defensa nacional porque él y todos habían comprendido que era la más indicada por sus conocimientos y temple, mostrados en la acción así como en sus aportes y en las estrategias usadas hasta ese momento, ella al escuchar a Morobón, se enterneció y se sintió valorada y reconocida, ya que su corazón y su alma se había endurecido viendo tanto crimen y abuso del enemigo, así como la pérdida de su padre y toda su familia asesinada cruelmente acercándose a Morobón, sintiéndose mujer frente a un hombre que ella había aprendido a valorar durante el tiempo que llevaban juntos en la defensa y liberación del país, le dijo casi susurrando muy cerca, que no pensara jamás que le podía pasar algo, que no era necesario esto, para que ella pusieran todas sus fuerzas y conocimientos al servicio de él y su país y que le sería leal sin medida alguna por que había aprendido con él al arriesgar su vida por la patria y su pueblo, pues antes solo lo hacían por vengar a su padre y su familia, estaban tan cerca uno del otro que sentían su respiración y el latir de sus corazones, tomándose de las manos acercando sus rostros el beso era inevitable por la ansiedad, uno y otro cual fuerzas inaudita, las fuerzas del temor, la heroicidad, el ansia y la sed de pasión, la muerte, la vida, la grandeza y la maldad, todos estaban en el cuerpo y la mente de estos seres, que ya se amaban y se entregaban uno al otro en promesa de amor eterno sintiendo que el mañana podía ser corto pensando que no había nada que guardar, para después, ese después era incierto, podría ser muy corto ya que sus vidas estaban comprometidas con la libertad de sus pueblos y de su gente pasiones mil salieron, pasiones fulgurante, intensas hasta agotar sus energías de vida en una entrega total agotados uno y el otro durmieron hasta que el amanecer los sorprendió presurosos regresaron al campamento que extrañaba su presencia, serían las 6 a.m. ya el enemigo estaba organizado, podía verse a unos 500 metros que la caballería estaba al frente y sus soldados de pie divididos en 4 grupos separados unos de otros, por lo menos 100 metros algunos cañones (20) estaban a cierta altura de los cerros, sus hombres estaban al frente divididos en tres regimientos, por ningún motivo quería Morobón que el enemigo cambiara de táctica por lo que ordenó avanzar al frente a sus tropas para provocar el ataque del enemigo con su caballería que pensaba eliminar a los defensores de su patria fácilmente cuando se siente temblar la tierra ante 4000 cascos de caballos que venían a embestir a los bravos soldados que ansiaban liberar a sus país. Cuando los jinetes estaban a 50 metros para el choque, todos los soldados de Morobón dieron un giro de 180 grados y comenzaron a gritar desesperadamente como si estuvieran huyendo, lo que provocó más de una sonrisa en el enemigo, que pensaron que huían, cuando la caballería estaba a 20 metros de los soldados de Morobón, se levantan unos armazones de madera con puntas en el frente de dos metros cada una, cuando los jinetes venían blandiciendo sus espadas quisieron detener sus caballos, fue demasiado tarde y se estrellaron contra los armazones de madera cayendo unos encima de otros, regresando los soldados de Morobón a enfrentarlos huyendo muchos a carreras, hacía sus filas no quedándoles otra alternativa a los jefes invasores que ordenar de infanteria a su tropa a atacar buscando que salvar la caballería, sin poder hacer uso de sus cañones, comenzado las explosiones en la cima de la cadena de cerros que ocupaban rodando las piedras y rocas, con arboles por lo que tuvieron que avanzar tras su ejército abandonando los cañones, las tropas de Morobón que casi habían diezmado la caballería, retrocedieron hasta el borde la cadena montañosa que los rodeaba, el enemigo se envalentonó y la infantería de Morobón aceleró su carrera, cuando se comenzaron a escuchar un sinnúmero de disparos continuos viendo caer muchos soldados de infantería del enemigo, como fulminados por un rayo, eran las francotiradoras preparadas por Luz Gonzales Sánchez que estaban diezmando al enemigo desde sus posiciones ya sea en arboles promontorios preparados por ellas mismas, que decían se parecían a las “Shulpas” de antaño cuando ya era imposible distinguir al enemigo pues todo era una masa humana de movimiento constante, las mujeres bajaron de sus ubicaciones y con cuchillos, espadas, bayonetas, fríamente y en ese orden fueron eliminando al enemigo dándole al ejercito de Morobón fuerza y valor, Luz Morobón Sánchez en medio de la batalla daba saltos felinos como todos sus soldados, eliminando enemigos demostrando lo bien preparadas que estaban para la lucha, de cuerpo a cuerpo y lo hacía en círculos cerrados cuidándose las espaldas unas a otras y así avanzaban cual bala de exterminio. Eran las 12 del día cuando el estado mayor del enemigo comenzó a tocar retirada, siendo rodeados por un sinnúmero de pobladores que no habían tomado parte en la batalla aparecieron armados con toda clase de armas, cuchillos asadones, manteniéndolos inmóviles paralizando las acciones, Luz recomendó a Morobón perdone la vida a los invasores y que firmaran un acta de rendición en el acto, que ella misma redactaría, dejando todo, solo con sus ropas emprendieron el camino a su país con el compromiso de nunca más regresar y así … el país quedó liberado de la invasión entrando a una etapa de reorganización total siendo las artífices de ella Eustakio Morobón Garqui y Luz Gonzales Sánchez quienes contrajeron matrimonio en una ceremonia franciscana pero numerosísima para felicidad de todos. Se mando publicar la siguiente proclama:

“En la defensa de la heredad recibida de sus ancestros radica la base fundamental para que los pueblos alcancen su felicidad para todos y cada uni de sus habitantes”
Firmado Eustakio Morobón Garqui - Luz Sánchez Gonzales
En todos los locales públicos se colocó esta proclama como alerta a todos los habitantes de la nación y así comenzó a construirse la felicidad para toda la nación.


PROTAGONISTAS

EL FUNDADOR : EUSTAKIO GABON
HÉROE : EUSTAKIO MOROBON GARQUI
LUZ GONZALES SÁNCHEZ

AMIGOS : EUSTAKIO GORON TARQUI
EUSTAKIO TORON TARQUI
EUSTAKIO TORÓN MARQUI

CAPITAL : APREIRA

PUEBLO : GORUCHÓN
GORUCHÓN II
COTONGO
ARCANTAY
CHOSICON
CHOSCON
CUCHEMON
ARCANTAY
ARCANTON